Cultura

Aproximaciones a Carmen Laffón

Sus padres se habían conocido en la Residencia de Estudiantes, una institución marcada para siempre por el hierro de la Generación del 27.

el 16 sep 2009 / 04:19 h.

Sus padres se habían conocido en la Residencia de Estudiantes, una institución marcada para siempre por el hierro de la Generación del 27. Carmen Laffón (Sevilla, 1934) puede situar casi en sus orígenes prenatales la lírica de su pintura, el intimismo y la ensoñación que elevan su personalísima obra. La Diputación le dedica ahora la primera biografía artística a la voz más autorizada de la pintura andaluza.

"Recorreremos brevemente la obra de Carmen Laffón. Pero retengamos estas ideas como punto de partida: su libertad -y conocimiento- para desbordar géneros y hermanar lenguajes, y la importancia que concede a la intención o la idea de la obra, poniéndola por encima del estilo". Éstos son, según el autor de Carmen Laffón. Apuntes para una biografía artística, Juan Bosco Díaz-Urmeneta, los clavos que apuntalan la magistral obra artística de la sevillana, a la que la prestigiosa colección Arte Hispalensis, le dedica su próximo volumen, el primero a un autor vivo.

Sin embargo, la madurez artística en la que se encuentra cómodamente instalada desde hace unos años Carmen Laffón "exigió un largo recorrido" que quizás comenzó en la casa familiar de la calle Vírgenes, "cuando el pediatra Manuel Laffón advierte la inclinación hacia la pintura de su hija", explica el autor en el libro.

A estos orígenes familiares se remonta esta "aproximación" a la vida de la pintora, editada y publicada por la Diputación. A este respecto, esta monografía sobre la artista sevillana es una "apuesta por el arte contemporáneo desde la colección Arte Hispalense, donde se recoge la vida y la obra de un autor que aún está en activo, es decir, es la primera monografía dedicada a un autor en plena creación artística", según explicó la Diputación en una nota. De este modo, y a partir de sus primeras noticias familaires, Díaz-Urmeneta recoge "las influencias ejercidas por sus primeros maestros", como Manuel González Santos y el recordado Miguel Pérez Aguilera.

Para dividir la trayectoria de Laffón, Díaz-Urmeneta sugiere diversas etapas en su ejecutoria. A sus trabajos iniciales en los 50, sigue un período, a partir de su primera muestra en la galería Biosca (que regentaba la inolvidable Juana Mordó), en el que sus obras se miden con el público. En 1967, comenzó "una época definida por su descubrimiento de la luz y un empleo del color afín a la pintura moderna". Su madurez se confirma en 1979, cuando comienza tres grandes series: los armarios, la fusión entre paisaje y bodegón y las vistas del Coto de Doñana. En 1993, finalmente, comienza a trabajar la escultura, consecuencia de su "preocupación por el espacio, que dejará huella en su modo de concebir el dibujo y la pintura".

Finalmente, la monografía revisa algunas de las calificaciones que se han dado de Laffón, proponiendo cuál es "el realismo de la pintora". Además, alerta "sobre los abusos que encierra la expresión realismo mágico y muestra que su noción de intimidad deriva de las tensiones típicas de la individualidad moderna y no debe confundirse con la idea de privacidad".

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