Un buen puñado de periodistas -más de lo habitual- aguardaba a Javier Arenas a las puertas de un hotel de Sevilla. No querían escuchar al líder del PP andaluz, sino hablar con el Vicesecretario Territorial del partido. Las novedades del caso Gürtel apremiaban. Nada más bajarse del coche se acercó a los medios y no esperó si quiera a que le formularan la primera pregunta para contestar sobre este espinoso asunto. "La experiencia hace que me huela qué es lo que vais a preguntarme", dijo.
Ante los micrófonos y las cámaras repitió la versión oficial de su formación: que la hipótesis de la financiación ilegal del PP está "absolutamente descartada" y que ha quedado "clarísimo" que no hay ninguna trama del PP, sino contra el PP, porque, matizó, "puede haber personas que hayan intentado aprovecharse de nuestras siglas".
¿Pone usted la mano en el fuego por Francisco Camps [el presidente valenciano al que el juez Garzón implica en la trama del PP]?, cuestionó una periodista. "Con estas canas que tengo no me puede usted preguntar algo así", respondió. Arenas evitó pillarse los dedos por uno de sus principales aliados dentro del partido, al igual que hizo recientemente Mariano Rajoy con la madrileña Esperanza Aguirre, pero lo calificó como un "ejemplo de honestidad".
Una vez comenzado el acto, el dirigente andaluz se subió al atril para hablar de la igualdad de oportunidades. En mitad de su intervención le sonó el móvil. No es la primera vez que le llaman durante un discurso, pero nunca coge el teléfono. Ayer sí lo hizo y mantuvo una breve conversación. "Los siento, pero en mañanas un poco complejas como ésta tengo que estar", se disculpó ante su público. Volvió a sonar de nuevo, pero esta vez no contestó. Luego salió apresurado hacia otro compromiso en Lepe. Bajo el brazo llevaba un libro: El método Obama.
