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Aquellas prisas de la Expo

La entrada en el Maestranza de la sociedad estatal aparcó el túnel

el 14 ago 2010 / 18:49 h.

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El Paseo de Marqués del Contadero se asoma al Guadalquivir con la mole del Maestranza en segundo plano.

Conectar el Teatro de la Maestranza con los bajos del Paseo del Marqués de Contadero con un túnel. La idea la rescató del baúl de los recuerdos el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín (PSOE), el pasado viernes. "Ahora es el momento", lo justificó, cuando ya se ve en el horizonte el inicio de las obras en una de las zonas más nobles del Guadalquivir pero que lleva años -demasiados- buscando una identidad propia (y digna, dicho sea de paso).


Sobre el papel, la idea es hasta razonable. De hecho, hasta se barajó cuando se diseñó el coliseo operístico, pero se desestimó. ¿Y por qué, con lo bien que habría venido? Además, en aquella época habría sido mucho más fácil acometer el proyecto, porque no existía el aparcamiento del Paseo de Colón que ahora complica bastante las cosas. Al final no se hizo por lo de siempre, por falta de dinero... y de tiempo. Porque había prisas.


Así lo recuerda la diputada nacional Isabel Pozuelo (PSOE), que fue la encargada de pilotar el proyecto como diputada provincial de Cultura. Y es que la principal promotora fue la Diputación, que había adquirido el solar en el que se levantaba la antigua Maestranza de Artillería, de la que hoy sólo queda la fachada principal incrustada en el actual teatro... y el recuerdo de los conciertos de Cita en Sevilla.


El caso es que se consiguió implicar en la construcción a la Sociedad Estatal Expo 92, que quería levantar un teatro de la ópera en la Cartuja. Como la Diputación lo que barajaba en el solar era un auditorio, se consiguió, con la efectiva presión del Ayuntamiento, convencer a la Expo (al fin y al cabo, al Gobierno central) de que un edificio como el que iba a acometer tenía que estar en el centro de la ciudad.


Dicho y hecho, el teatro se levantaría en el Paseo de Colón y se llamaría Maestranza. Pero claro, las previsiones cambiaron. "Aquello obligó a plazos más concretos y más rápidos", recuerda Pozuelo, porque 1992 se venía encima y no era cuestión de darle vueltas a las cosas. "Lo del pasaje subterráneo se barajó en el debate previo, pero había que aligerar los plazos", y eso que la idea le gustaba: "Era una buena opción, porque daba salida a Marqués de Contadero y se conseguía que el paseo tuviera uso". Uso siguió teniendo, pero en los primeros años de vida del teatro fue el de aparcamiento puro y duro.


Había prisas y no se podían complicar los proyectos, así que se aparcó todo lo superfluo. Ahí cayó el túnel, que Pozuelo defiende, "aunque habría que ver la viabilidad técnica y económica". Ella fue la encargada de negociar con Jacinto Pellón, el hombre fuerte de la Expo, para convencer al Estado de que donde mejor estaba su teatro de la ópera era en el Arenal. Por cierto, que para levantarlo se convocó por primera vez en Sevilla un concurso de proyectos arquitectónicos. La obra se inició en 1987 y se inauguró en mayo de 1991, pero ésa es ya otra historia.

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