- ¿Qué? ¿Para qué?
- Tres de mis alumnos han ganado un premio de pintura. Bueno, en realidad es una mención honorífica del Concurso Internacional de Bellas Artes para niños que organiza cada año el Lídice Memorial y...
- ¿Lídice...?
- Sí. Lídice era un poblado checo que fue destruido por orden de los nazis en 1942, y el concurso se creó en el 67 para conmemorar a todos los niños que murieron allí y a los que...
- Espere... No pueden invitar a un embajador. Un colegio no puede organizar una visita oficial o actividades que afectan a las relaciones bilaterales de dos países...
- Nosotros no le hemos invitado. Es él quien ha llamado preguntando si puede visitarnos para entregar el galardón a los niños.
- Pero, la Delegación de Educación no sabe nada, la consejería no sabe nada, la Junta no sabe... ¿cuándo se supone que llega?
El embajador de República Checa, Karel Beran, llega hoy en coche oficial a Sevilla para hacer entrega de la mención honorífica a tres alumnos del colegio concertado Calderón de la Barca, en el Centro. La conversación que se reproduce arriba es una aproximación de la que se produjo la semana pasada entre el colegio y la Delegación Provincial de Educación, que se enteraba, atónita, de toda la historia.
Ninguna administración sabía que un colegio había sido distinguido con uno de los premios artísticos más importantes de la República Checa, y menos que el secretario del embajador, Ludevit Rhuz, se había puesto en contacto con la profesora del taller de arte, Tannia León, para decirle que el embajador llegaría hoy. "Yo no entiendo de protocolos y burocracias, pero a juzgar por la reacción de Educación, el embajador se los ha saltado todos", explica el director del centro, Ricardo García.
La administración, acostumbrada a marcar los tiempos y los escenarios de cualquier acto público, por insignificante que sea, ha tardado en reaccionar. El delegado Jaime Mougan no tenía ayer en su agenda que tuviera que recibir al embajador. El cómo se gestó esta historia al margen del intrincado proceso burocrático habría hecho sentir orgullo a Kafka por su compatriota, el embajador.
En realidad fue Tannia, la profesora de Arte, la que rastreó concursos artísticos infantiles por Internet y eligió el de Lídice "porque es de los más prestigiosos". El concurso está auspiciado por los ministerios checos de Exterior y Educación, y por la comisión checa para la Unesco, que ordena a las embajadas entregar en mano los diplomas y las medallas en la categoría internacional. La 37 edición del International Children Exhibinion of Fine Artes, de Lídice, estaba dedicada a la Astronomía. Fueron 21.731 premiados, 14.234 de países extranjeros y el resto de República Checa y Eslovaquia. En España sólo hubo un ganador: el Calderón de la Barca. Tannia había enviado 32 cuadros de 16 alumnos, en sobres certificados tamaño A3. Un mes después, la comisaria de la exposición y directora del museo de Lídice, Ivona Kasalicka, la telefoneó: Tenían menciones honoríficas tres obras de sus alumnos: Gervasini Martinez, de 7 años, Punam Maranón Cintas, de 12 y Ekaitz Zambrano González, de 7. "Es muy fuerte que un día te llame una embajada", dice el director, "telefoneé a nuestro inspector, que se quedó sorprendido y nos dijo que un colegio no puede organizar actividades que afectan a las relaciones internacionales entre España y otro país. Pero no le pueden decir que no al embajador. Ellos me han pedido sitio para aparcar el coche oficial y el del escolta".