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Arco 08

En la edición de este año con el cambio de recinto y la ampliación de los espacios, ARCO ha ganado en solidez y estabilidad. Como ahora los stands están mejor organizados (a excepción de la planta superior donde todo está más aturrullado), la visita a los pabellones es más pausada.

el 15 sep 2009 / 00:17 h.

En la edición de este año con el cambio de recinto y la ampliación de los espacios, ARCO ha ganado en solidez y estabilidad. Como ahora los stands están mejor organizados (a excepción de la planta superior donde todo está más aturrullado), la visita a los pabellones es más pausada. Con la llegada de la nueva de directora -éste es el segundo año de Lourdes Fernández-, la internacionalización se ha convertido en una máxima consumada que ha traído inquietud entre las españolas excluidas, galerías que se sienten agraviadas por no poder acudir a la cita más prestigiosa dentro de nuestras fronteras, un evento reconocido que además de darles pingües beneficios, las sitúa en el panorama artístico con voz propia. Las salas presentes del país invitado, Brasil, no tenían las ideas claras; se han dedicado a embarullar con cachivaches diversos sin demostrar demasiada calidad ni tener claro qué querían. Se nota que es un lugar que todavía tiene que madurar mucho y donde los buenos artistas (Viz Muniz, Damasceno, Beth Moisés, etc, etc) trabajan fuera.

Respecto a las sensaciones generales, he notado la consolidación de la fotografía como un lenguaje en alza que está creciendo a ojos vista (por destacar algunos autores, citar las imágenes de Ángel Marcos, José Manuel Ballester, Burtinsky o Araki), la escultura se ha comedido (me han gustado las piezas de Javier Pérez), la performance ha aparecido de manera ordenada (se le ha dado un sitio), el vídeo se ha templado (reseñar los de Maggie Cardelús y Dionisio González) y la pintura se ha decantado por valores consolidados y reconocidos. De los jóvenes nacionales, sólo Manu Muniategiandikoetxea y Miki Leal han logrado cautivarme. De los de siempre, además de ver muchos dibujos de Picasso, me he encontrado con cuadros de Philip Guston, Ryman, Twombly, Motherwell, Förg, Polke o Sarmento, demostrándose con este viraje hacia los clásicos de la modernidad, que en época de turbulencias las galerías prefieren apostar sobre seguro y no arriesgar más de lo necesario.

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