Desde que hace un par de semanas trascendieran las reuniones que un grupo de hermanos mayores estaba convocando a espaldas del Consejo de Cofradías para dar forma a su manifiesto descontento con la gestión de la junta superior, la cúpula de San Gregorio ha guardado silencio. Los participantes en esta rebelión de varas doradas se han marcado una meta: forzar la convocatoria de un pleno extraordinario de hermanos mayores para analizar las causas de este malestar. Dicen que sus intenciones son "transparentes" y que únicamente persiguen un acto de contrición por parte del presidente, Adolfo Arenas, acompañado de un propósito de enmienda.
¿Pero qué piensa el presidente del Consejo de este movimiento de indignados surgido a poco menos de ocho meses de que se celebren nuevas elecciones en San Gregorio, a las que Arenas, por cierto, ya ha anunciado su intención de volver a presentarse? Cauto y medido en sus expresiones, Arenas quiere, antes que nada, "conocer de qué se me acusa". "Si tienen que reunirse muchos hermanos mayores para colgarme en la plaza pública, me gustaría que me dieran primero las razones de este procesamiento para contar con unas garantías mínimas. ¿Cuáles son los hechos censurados? Antes, al parecer, era por San Hermenegildo, los estatutos y las filtraciones. Ahora parece ser, aunque en realidad no sabemos nada, que la cosa se va a generalizar y lo que se pone en cuestión es el talante de este Consejo".
Sobre la cesión San Hermenegildo al Consejo, tema cuestionado también por este grupo de hermanos mayores, el presidente asegura que "ya se ha celebrado una asamblea y ha dicho que sí". "Lo malo es si yo hubiera firmado un papel comprometiéndome con San Hermenegildo, pero eso ni lo he hecho ni lo voy a hacer", añade.
Al presidente del Consejo le sale la vena de jurista al analizar esta inédita situación. Tiene la impresión de que lo que se pretende en este caso es aplicar "una especie de principio inquisitorio para analizar todo lo que ha hecho mal esta junta superior desde el principio de los tiempos". "Si de lo que se trata es de buscar fallos durante tres años, claro que hay fallos. Pero aún quedan ocho meses de mandato. ¿Vamos a pasar ya al juicio final?", se pregunta, para luego sentenciar: "La forma de juzgar a las instituciones es en una votación, en unas elecciones cuando llegue el momento".
Para Adolfo Arenas, éste es un tema que tiene una "solución muy fácil: cuando lleguen unas elecciones, que se presente una segunda, tercera o cuarta opción, que se vote y que salga el que deba de salir".
Arenas no niega, sin embargo, que pueda haber hermanos mayores descontentos con su gestión. "Hacer unos estatutos a gusto de todos es imposible. Sabía que esto iba a implicar una lucha entre los que quieren unos estatutos más liberales o los que los quieren más restringidos, o con más facultad de intervención o con menos...".
Sobre la petición de un pleno extraordinario, el representante de la institución cofradiera se muestra, pese a todo, dispuesto a convocarlo: "Habría que ver si se debe tratar este asunto en un pleno o en una asamblea, en función que se analicen conceptos particulares o generales, y sobre todo, discutir qué orden del día tendría", refiere el presidente.