El órdago de Esperanza Aguirre no provocó fisuras en los populares andaluces: el apoyo a Rajoy fue unánime. Sin embargo, la marcha de María San Gil -referente en el partido- abre muchas incógnitas. ¿Andalucía seguirá cerrando filas con el líder? Arenas admitió ayer que el partido vive "momentos difíciles".
Cuando se abrió la batalla por la posibilidad de que la presidenta madrileña compitiera con Mariano Rajoy en el próximo congreso del PP, los populares andaluces, con las consignas de Javier Arenas, se posicionaron aparentemente sin divisiones a favor del presidente del partido. De hecho, Arenas y el valenciano, Francisco Camps, se erigieron en los grandes avales de un líder en horas bajas.
Sin embargo, el último capítulo de la crisis interna, la salida de María San Gil, dirigente del PP vasco, ha sentado como un jarro de agua fría en el PP andaluz. Por primera vez Arenas reconoció ayer que su formación está atravesando "momentos difíciles" por la renuncia de "un gran referente moral y político", pero se mostró convencido de que la organización saldrá "adelante y fortalecida" de la cumbre de junio.
San Gil mantiene una estrecha relación con Arenas y con muchos pesos pesados del PP-A. Su dimisión abre un interrogante: ¿apoyarán los dirigentes andaluces en bloque al hasta ahora único candidato?. Andalucía jugará un papel clave en el congreso que se celebrará en Valencia, ya que es la delegación que aporta un mayor número de compromisarios (436).
El PP-A ya calienta motores para la preparación del encuentro. Antonio Sanz, secretario general, subrayó ayer que la ponencia de estatutos que llevarán al cónclave, a la que el próximo lunes se presentarán algunas enmiendas para "enriquecerla", es una "clara" apuesta por adaptar la organización del partido a los nuevos tiempos. Anunció en Cádiz varias iniciativas incluidas en el documento, como la creación de las Oficinas del Diputado y de Atención al Ciudadano en las sedes provinciales del partido, y el ofrecimiento a los inmigrantes "legales" la afiliación al PP. Antes sólo podían hacerlo los españoles y ciudadanos de la UE.
