En el primer cara a cara de los dos rivales políticos, Griñán y Arenas se acusaron de estar anclados en el pasado, en un enfrentamiento dialéctico que el futuro presidente llevó al terreno personal. El líder del PP insistió en que no tiene la "legitimidad de las urnas" y que la presidencia de la Junta se la ha "regalado su amigo Chaves".
Los dos son veteranos en la política andaluza -ocuparon, además, el mismo ministerio- y ayer compitieron por ver quién representaba más renovación. El líder del PP insistió en que el cambio en Andalucía sólo tiene un camino: la alternancia, y aseguró que Chaves y Griñán son las "dos caras del mismo fracaso". El candidato socialista le respondió que "su discurso sigue instalado en el pasado" y le recriminó que lleva muchos años "incrustado en la oposición".
En este careo fue Arenas el primero en intervenir. Trató de centrar el debate en el contenido -criticó que el discurso del martes estaba vacío de compromisos-, pero en su turno de réplica, el dirigente socialista entró en lo personal. "Usted está obsesionado con Chaves y sólo tiene un discurso, que le vale para un roto y para un descosío", le dijo nada más comenzar. Antes, el presidente del PP-A le había responsabilizado de la crisis y había tildado de "continuista" su alocución del día anterior. "Aportó palabras nuevas y propuestas viejas. Estuvo lleno de retórica y de literatura pero exento de compromiso. Eso no es renovación", señaló.
Siguió atacando el "liderazgo distante" de un político con un marcado perfil económico. "Usted conoce el G-20, pero no a media Andalucía. En los últimos cinco años ha estado sólo tres veces en Almería", afirmó. Arenas presume de haberse recorrido la comunidad de punta a punta -cuando volvió a la política andaluza no ocupaba escaño en la Cámara- y ayer quiso plasmar esa ventaja: "Después de conocer en profundidad 600 pueblos le aseguro que a las familias no les falta glamour, sino un empleo".
Luego incidió en un aspecto que molesta especialmente al próximo jefe del Ejecutivo. Repitió que será un presidente legal porque tiene la legitimidad del Parlamento y el apoyo del PSOE, pero le advirtió de que no cuenta con la "legitimidad de las urnas" y que, por tanto, será un "presidente tutelado". "Usted no se ha pateado los pueblos. La autoridad la tiene Chaves y por eso conserva él el liderazgo", sostuvo. En su segunda intervención, después de que Griñán subiera el tono del enfrentamiento, Arenas fue más allá y espetó al candidato socialista que le "sobran 999.000 amigos, como dice la canción, porque sólo un amigo, Manuel Chaves, le ha regalado la presidencia de la Junta".
En sus dos turnos de palabra, el líder popular tuvo el mismo lapsus: llamó Chaves a Griñán. La segunda vez que se equivocó se dirigió así a la bancada socialista: "Les aviso de que me costará mucho trabajo, porque se pretende un milagro imposible". Se refería a que de un día para otro Andalucía se "ha levantado con otro presidente", pero lo cierto es que el duelo político entre Chaves-Arenas arrastra ya casi dos décadas.
Griñán contestó al dirigente del PP que en toda su trayectoria política su "único objetivo fue Chaves" y le preguntó que ahora que ya se ha ido "¿qué va a hacer sin él?". "Le veo descolocado y le pido que olvide sus frustraciones del pasado", añadió. Le aconsejó que deje de pedir elecciones anticipadas porque, dijo, "si sigue así los próximos tres años, va a sufrir un desgaste mayor". No quiso responder al órdago que le lanzó Arenas, que prometió no votar en contra de su investidura si prometía elecciones separadas. Griñán obvió la propuesta y el PP votó no.