Parece que fue ayer cuando el Sevilla se jugaba la Champions con el Atlético de Madrid en la última jornada de liga. Al final, empate a 64 puntos y el 'Atleti', cuarto por el goal-average particular -tomen nota: hay que cuidar los enfrentamientos entre aspirantes-. Y, tras eliminar a nuestro viejo y querido conocido, el Schalke 04, entraron en el sorteo que los sevillistas consideran ya un poco suyo.
Lo vieron con nostalgia, me consta, y lo único bueno que ha quedado es que se otea en el horizonte de la UEFA (los hados son caprichosos, pero certeros) un enfrentamiento tremendamente deseado con los alemanes, para celebrar y agradecerles su sensibilidad, y recordar el inicio de una época mágica.
También se otea otro, con los Spurs, nostálgico por la anterior visita sevillista, pero tremendamente anhelado también, para tratar de 'devolverle' a Ramos algo de lo que se llevó. En definitiva, empieza la competición. Han pasado más de dos meses, una Eurocopa (nuestra Eurocopa), unos Juegos Olímpicos (menos nuestros) y un verano, todo ello entreverado con fútbol amistoso y previas. Pero mañana, ante el Racing, comienza lo de verdad. En el ejercicio anterior, el Sevilla fue quinto en liga, cayó en octavos en Copa frente al Barça y también en octavos en Champions ante el Fehnerbahce.
Digno balance para un equipo salpicado por las tremebundas incidencias que todos conocen. Dijo Maresca recientemente que estaba empezando a ver otra vez al equipo tal y como era antes de la desgraciada pérdida del 16. La verdad es que la afición sólo quiere ganar, y nunca fue consciente de lo mucho que esa desgracia afectó al equipo. Pero las heridas parecen restañadas, el entrenador asentado, la moral renovada y la plantilla construida con tino.
Este año el Sevilla se ve capaz de todo, y los sevillistas sienten que se les debe algo, por lo que su equipo pudo conseguir el año pasado y las circunstancias impidieron. ¿La liga? ¿Por qué no? Recuerden como se anunció el Dépor hasta que la logró. Así que, como dirían los americanos, "Showtime".
