Cultura

Arrojada Sinfónica

el 16 sep 2010 / 22:25 h.

Todo un arrojo el de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) el comenzar la temporada, cuando los instrumentistas están más desengrasados, con la monumental Tercera de Mahler, una obra que no se escuchaba en el teatro desde que John Neschling la dirigiera en 2003.

Recordamos la buena nota alcanzada en aquella ocasión, más la versión de Pedro Halffter, tan abigarrada en lo dramático como expansiva en la parte lírica, se nos antoja como una lectura de fuertes contrastes en la que todos los engranajes de estas casi dos horas de música sin pausa lucen al descubierto, acentuando cuanto de paroxístico hay en el pentagrama.

Detrás del montaje de una sinfonía como ésta existe un trabajo descomunal cuya valoración es imponderable. Ello no debe ser óbice para no apuntar algunos debes; como puntuales entradas destempladas de los metales, cierta indefinición léxica con el alemán del Coro de la Maestranza y una singular y anticlimática forma de cantar ‘O Mensch!' (‘¡Oh hombre!') por parte de la, por lo demás, excelente contralto dramática Monica Groop.

A Halffter pareció interesarle más engrosar el músculo de una sinfonía que habría de llevar al conflicto creativo a Mahler antes que airear la candidez del Tempo di menuetto. Este enorme fresco orquestal que es la Tercera hilvana infatigablemente decenas de motivos cuya acumulación, obligatoriamente, pasa por ciera irregularidad en su desarrollo.

Extrema en duración y en las fuerzas demandadas (unos 120 músicos), la partitura parece transita con plena naturalidad por la batuta del maestro madrileño. Recorrer de un tirón tal abismo sentimental, dramático y melódico y conseguir que todas las ideas queden bien expuestas, otorgando hasta continuidad allí donde el discurso parece quebrarse por su ambición, está al alcance pocos directores.

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