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Arrollando por el consenso

El Ejército israelí no está dudando en actuar con tremenda dureza en la franja de Gaza para evitar un alto número de bajas entre sus soldados que, como sucedió en el conflicto con Hizbulá de 2006, resquebrajen el masivo apoyo social a su ofensiva en la franja. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 21:01 h.

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Antonio Pita (EFE)

El Ejército israelí no está dudando en actuar con tremenda dureza en la franja de Gaza para evitar un alto número de bajas entre sus soldados que, como sucedió en el conflicto con Hizbulá de 2006, resquebrajen el masivo apoyo social a su ofensiva en la franja.

"Somos muy violentos. No estamos rehusando método alguno para prevenir bajas entre nuestras tropas", reconoció la semana pasada ante las cámaras el teniente coronel Amir, jefe de la unidad de combate de ingenieros.

Bajo condición de anonimato, otro alto mando militar israelí tampoco dudó estos días en describir a la prensa el actual modus operandi en Gaza: "Desde nuestro punto de vista, ser cuidadoso es ser agresivo". "Cuando sospechamos que un miliciano palestino se esconde en una casa, lanzamos un misil, luego dos disparos de tanque y después una excavadora golpea el muro. Causa daños pero previene la pérdida de vidas entre nuestros soldados", agregó.

Con estas tácticas, no resulta extraño que el balance de muertos en los 16 días de operación Plomo Fundido sea de 901 palestinos -la mitad civiles- y 15 israelíes, cuatro de ellos soldados caídos a causa del fuego amigo.

En este sentido, el diario Haaretz desveló ayer los motivos de que Israel bombardeara el pasado martes una escuela de Naciones Unidas en un campo de refugiados de la ciudad de Gaza, lo que causó la muerte a unas treinta personas. Según una investigación preliminar del Ejército, las tropas intentaron lanzar un misil de precisión contra una lanzadera de cohetes que se encontraba a unos 30 metros del colegio, cuyas coordenadas conocía y en el que podían verse claramente los símbolos de la ONU. Pero un fallo técnico lo impidió y el mando militar optó entonces por disparar proyectiles de mortero guiados por GPS, mucho menos precisos y que causaron la tragedia.

Visto lo visto, la jugada ha salido bien: EEUU y la Unión Europea (UE) siguen en su papel habitual; Egipto se muestra más beligerante con Hamás que con su antaño enemigo; el presidente palestino y líder de Al-Fatah, Mahmud Abás, carga en sus discursos contra el movimiento islamista; e Hizbulá tiene demasiado interés en las cercanas elecciones como para desenterrar de nuevo su arsenal de Katiushas.

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, dejó ayer claro que lo importante es preservar el 94% de apoyo a la ofensiva que refleja el último sondeo del centro de investigaciones Tami Steinmetz.

Bombas de fósforo. En este sentido, Hamás denunció ayer el posible uso de Israel de bombas de fósforo blanco en zonas habitadas por civiles en Gaza, en contra de las exigencias de la legislación internacional. "No tenemos pruebas, porque en Gaza no tenemos laboratorios en los que podamos hacer los análisis, pero todo indica que el Ejército israelí utiliza bombas de fósforo blanco en zonas altamente pobladas", dijo Hasan Yalaf, director general del hospital de Shifa y viceministro de Sanidad del Gobierno de Hamás. En conversación telefónica con Efe desde Gaza, Yalaf afirmó que los hospitales de la franja reciben casos de "pacientes con profundas quemaduras y la piel coloreada de blanco", que podrían haber sido provocadas por ese gas.

Sin embargo, un portavoz militar israelí aseguró a Efe que "las Fuerzas Armadas utilizan únicamente armas que están de acuerdo con la legislación internacional y no usan ningún arma que no sea también utilizada por otros ejércitos occidentales".

Por otra parte, desconocidos abrieron fuego ayer desde territorio sirio contra un vehículo militar israelí en suelo israelí, sin que se produjeran víctimas entre la tropa judía.

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