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"Artefactum es un grupo musical que da vida, se merece un mecenas"

el 09 sep 2011 / 17:51 h.

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Álvaro Garrido, percusionista y director de Zanfoñamovil.

‘Nace en Sevilla. Músico autodidacta. Coleccionista de instrumentos y empedernido buscador de sonidos'. Eso reza su biografía oficial. Pero Álvaro Garrido es para los aficionados a la música una de las presencias más cercanas del universo de la música antigua en la ciudad. Miembro fundador del veterano y referencial grupo de música medieval Artefactum, reparte su magisterio en otras formaciones como Caravasar, Música Prima y Zejel. Además, lleva las riendas y las cuentas de Zanfoñamovil, una empresa de gestión cultural pionera por estos pagos.


-¿Sacó por oposición plaza fija en el ciclo musical Noches en los Jardines del Real Alcázar?
-Digamos que estoy muy ligado al proyecto que puso en marcha Miguel Ángel González (Actidea) y cuya primera edición organizamos juntos. Con unos grupos y con otros puedo afirmar con orgullo que he tocado en las 12 ediciones de las Noches en el Alcázar, no sé si algún otro músico compartirá este honor. He ofrecido más de medio centenar de conciertos.

-¿Su continuada presencia en el Alcázar, su actuaciones con múltiples grupos sevillanos y sus notables colaboraciones con intérpretes de prestigio no pueden darle la imagen de un músico demasiado cotidiano?

-Es un riesgo asumido en un pueblecito como Sevilla. Mucha gente tiende a la novelería, a recibir siempre lo de fuera como mejor. Y habrá quien piense que siempre estoy en el Alcázar, cuando lo cierto es que ofrezco conciertos en innumerables lugares. Por si fuera poco, el llevar 15 años con Artefactum me permite una cierta perspectiva de las cosas. Los políticos y el público deberían agradecer la estabilidad que damos los artistas locales a la ciudad, no al revés, vernos poco menos que como unos pesados. Eso es lamentable.

-Además de músico es empresario. ¿Zanfoñamovil surge como vocación o como una necesidad de estabilidad?

-Al principio la creamos para tener un marco de facturación con los grupos que teníamos. Éramos una cooperativa. Pero cuando comenzó a entrar dinero vinieron los problemas y nos quedamos al frente un socio y yo. Zanfoñamovil es una empresa pionera en Sevilla en lo que a gestión cultural se refiere mucho antes del ‘boom' de todo esto. Pero también es una plataforma creativa que me permite crear proyectos sin necesidad de justificarme ante nadie.

-Siendo el director de una empresa que aglutina grupos de música, produce eventos y surte de contenidos imagino que los curriculo se le amontonarán en el despacho ¿no?

-Debo confesar que en Zanfoñamovil somos un poco secta. Quiero decir que el gran secreto de, por ejemplo Artefactum, es que llevamos 15 años tomando copas juntos. En ese sentido es difícil que entren nuevos músicos y formaciones porque nuestra filosofía no pasa por montar un conjunto, ir a tocar, cobrar y marcharnos.

-¿No tiene una visión excesivamente bohemia del arte?

-No lo creo. Pero sí tengo clara una premisa: intento que todos mis grupos den más que un concierto, un espectáculo. El virtuosismo me aburre. Piense por ejemplo en algunos pianistas chinos de la actualidad, todos maravillosos ejecutantes, todos iguales. Nosotros apelamos, antes que a ninguna otra cosa, a la emoción.

-Fahmi Alqhai y la Accademia del Piacere, Vicente Parrilla y More Hispano, Ventura Rico con la Orquesta Barroca. ¿No forman usted y sus colegas un universo excesivamente cerrado?

-Somos una especie de mafia de la música antigua [risas]. En Sevilla tenemos la suerte de contar con varios cabezas pensantes, existe una pluralidad enriquecedora. Pero falta una personalidad aglutinadora y de peso político ante las instituciones, pienso en Jordi Savall en Cataluña, Enrique López Banzo en Aragón o Carles Magraner en Valencia.

-Los políticos de Sevilla (Ciudad de la Música) presumen a menudo del auge y desarrollo de la música antigua. ¿Esto se ve respaldado con contratos?

-No lo suficientemente. Aquí se sobrevaloran ciertas cosas y se infravalora a la gente que tienes al lado de casa. Y en el contexto de crisis que vivimos las suspensiones de ciclos y conciertos supone un goteo constante y desolador. Creo francamente que un grupo como Artefactum, que fue capaz de llenar el aforo del Lope de Vega antes que ningún otro espectáculo en su concierto de 2009, capaz de dar vida, emocionar, etc... merecería tener un mecenas. Debería ir a más, ser la referencia de la música medieval en España. Además, Artefactum es un conjunto que ha creado afición en Sevilla y eso también debe tenerse en cuenta.

-¿Qué feeling le produce el nuevo equipo de gestión cultural del consistorio?

-Hay que darles tiempo y los contactos que he tenido de momento me parecen buenos fichajes. Soy muy visceral y, sinceramente, me parece que la nueva delegada de Cultura, María del Mar Sánchez Estrella, y su equipo, tiene muy buena pinta. El gran problema es que no hay un céntimo.

-Entre tanto medievo y músicas del Mediterráneo... ¿No le ha tentado nunca ponerse el traje y la corbata y tocar los timbales en una ‘Sinfonía' de Beethoven?

-Ese no es nuestro negocio. Me siento plenamente identificado con las músicas que abordo. En alguna ocasión hemos pensado en crear un súper grupo Zanfoña que recorriera la historia de la música. Pero... no es este el mejor momento para grandilocuencias.

-En algún lugar de su biografía estuvo el flamenco. ¿Dónde quedó lo jondo?

-Estuve tocando tres años con Dorantes, justo los que separan los discos Orobroy y Sur. Él me definía en sus conciertos como ‘creador de atmósferas'. También he participado en espectáculos de los bailaores Andrés Marín e Israel Galván. No formo parte de ese mundo pero sí confesaré que las producciones de los montajes flamencos me producen envidia. En música antigua es impensable disponer de tantos ensayos, dinero para escenografías, etc...

-La idea de músico académico no va con usted... ¿cierto?

-Estudié en Boston con maestros de la percusión como Glen Velez y John Bergamo. Allí, en EEUU, todo vale, todo es bien recibido. Me encantaría tocar, por ejemplo, música medieval en un buen desfile de moda. Sé que seríamos criticados por ello. En el pasado recibimos algunas malas palabras que nos hicieron zozobrar. Ya no. Toco (tocamos) para el público, para cientos de personas, no para dos o tres a los que puede no gustarles nuestra forma de vivir y sentir esta música.

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