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Artículo Zoido

El pobre harto de pan ha sido un cliché del refranero popular para designar a quienes atacaban a los de su nivel. El pobre harto de pan es el que, ascendido, se siente como un héroe de tragedia griega, o sea, que llega al Olimpo por la Fuerza del Destino...

el 15 sep 2009 / 23:40 h.

El pobre harto de pan ha sido un cliché del refranero popular para designar a quienes atacaban a los de su nivel. El pobre harto de pan es el que, ascendido, se siente como un héroe de tragedia griega, o sea, que llega al Olimpo por la Fuerza del Destino sin reconocer que eso es pura circunstancia: hay toreros que viven sin darse cuenta que su profesión subió gracias a la pervivencia de una sociedad, la hispano-andaluza, nacida en unas coordenadas especiales que medio mundo hoy considera exóticas. Porque nuestro mundo no es tribal, está regido por un refinamiento que, aunque greco-latino, se delinea en el XVIII, ahí donde tanto el torero como el lord tienen su cuna.

Al primero sus verónicas lo elevaban a la nobleza; el segundo aprendía de aquel filosofía vulgar: ambos, por uno u otro medio, eran sutiles. Churchill dijo una vez en la Cámara de los Comunes: "La mitad de los miembros de la oposición son unos burros" y, ante la llamada del presidente a desdecirse rectificó: "Perdón, la mitad de los miembros de la oposición no son unos burros", con el mismo arte que el de un pase de pecho. Churchill fue Premio Nobel de Literatura y nadie sabe por qué, pero ningún premiado devolvió el suyo y los de la Academia Sueca siguieron teniendo prestigio.

El que el toreo continúe como modalidad de lo que nuestro Gobierno concede a las Artes es, para el resto del mundo y media España, un exotismo, incluso está a punto de entrar en lo que pertenece al Lado Oscuro de la Fuerza. Algunos toreros tendrían que reflexionar sobre que, siendo siempre los premios -como ellos mismos en la cima social- la mitad injustos o, si se quiere, medianamente justos, es la Fiesta la que necesita que Dios le siga repartiendo suerte. Quien no piense así, aunque se bañe en millones, seguirá siendo un pobre harto de pan.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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