Los ladrones hicieron un agujero en la pared, destrozaron la alarma y se sintieron como en su casa en la nave de Confiterías del Sur -Confisur- del polígono Carretera Amarilla. Tanto, que se demoraron unas ocho horas en reventar la caja fuerte con una rotaflex, cargaron un camión con mercancía para llevárselo, robaron el BMW del administrador y hasta se prepararon un tentempié.
Al tratar de sacar un camión de la empresa que habían llenado de botellas de licor, los ladrones se empotraron en la puerta de la cochera, que no habían abierto del todo, y ahí se les acabó la suerte: fueron detectados por los vigilantes de seguridad del polígono, que avisaron a los propietarios de la empresa pero no pudieron detener a los delincuentes.
Eran las dos de la madrugada del domingo al lunes y la banda de ladrones llevaba horas dentro de la nave de Confisur, probablemente todo el domingo, y habían tenido tiempo de entrar despacho por despacho reventando puertas y cajones en busca de dinero. Dieron con la caja fuerte y la abrieron como una lata, aunque rellena de hormigón armado, que quedó esparcido por el suelo. La Policía Nacional, ante la que se ha presentado la denuncia, les dijo que debieron emplear unas ocho horas sólo con la caja fuerte, según explicó ayer el administrador, Antonio Arroyo.
Sobre el suelo de la oficina quedaron los tres discos que destrozaron para romper el acero de una caja fuerte valorada en 5.000 euros, los cascotes de cemento del interior de esta caja y hasta cheques firmados y tarjetas de crédito, que no se molestaron en llevarse. De otros despachos cogieron un ordenador portátil y varias bolsas de monedas para cambio, dejando monedas de euro por el suelo en su huida. La firma aún está evaluando cuánto dinero había, pero era al menos la recaudación del viernes y el sábado.
Pero no fue lo único que hicieron: tras localizar las llaves de los vehículos, cargaron un camión con 20 palés de botellas -unas 14.000 unidades-, después de hacerle el puente a una carretilla elevadora, y trataron de sacarlo por la puerta de la cochera, donde se quedó atascado. Ya se habían llevado el BMW 7 del gerente -valorado en 90.000 euros-, que lo había dejado aparcado en la nave el fin de semana, y habían destrozado una furgoneta al rozarla con las estanterías de mercancía.
Además del dinero en metálico, los destrozos en la empresa fueron brutales: entraron por el procedimiento del butrón -haciendo un gran agujero en la pared-, arrancaron de cuajo todo el dispositivo de la alarma, destrozaron vehículos, puertas, todos los cajones y armarios de los despachos... Ayer por la mañana, todos los empleados trabajaban juntos en la misma oficina, mientras en el resto de las dependencias, con los destrozos esparcidos por el suelo, la Policía Científica trataba de sacar huellas.
"Seguro que eran varios, y que lo tenían todo perfectamente planeado; tuvieron todo el tiempo que quisieron", se lamentaba el gerente, al que le hervía la sangre con un detalle: la oficina cuenta con un pequeño bar, y la banda no dudó en prepararse ni más ni menos que un tentempié. Sobre la barra quedaron los restos del café, el pan de molde, la sobrasada y la mantequilla que se tomaron. En el resto del recinto abandonaron botellas de agua y refresco vacías. "Habrá que tener poca vergüenza", decía Antonio Arroyo. En los 13 años que lleva en esa sede, Confisur nunca había sufrido un asalto semejante.