“Hay que hacer mucho, hay que hacer mucho...”. Sus más allegados dicen que es una frase que repite sin cesar en los últimos días. El nuevo pastor de la Iglesia de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina, parece decidido y con ganas de acometer retos importantes en la sede de San Isidoro. Aunque su responsabilidad como administrador apostólico en Córdoba le ha impedido dedicarse en cuerpo y alma al conocimiento de las actuales realidades diocesanas, los doce meses que ha ejercido como arzobispo coadjutor de Sevilla le han servido de termómetro para columbrar un primer diagnóstico sobre los achaques que padece esta histórica archidiócesis.
Durante el año que ha residido en el seminario metropolitano en calidad de arzobispo coadjutor con derecho a sucesión, Asenjo se ha mostrado como un hombre sencillo y cercano compartiendo, como uno más, mesa y mantel en el comedor junto a los seminaristas y formadores. Ahora que ya ha asumido la máxima responsabilidad de la Iglesia de Sevilla habrá que esperar a que tome sus primeras decisiones para empezar a vislumbrar su impronta pastoral. Si bien, los que más le conocen aseguran que el seguntino tiene una visión bastante clara de lo que debe ser su ministerio.
Una de sus primeras tareas deberá consistir en organizar la visita pastoral, obligación que todo obispo debe cumplir para examinar la eficiencia de las estructuras y de los instrumentos destinados al servicio pastoral. Es la mejor manera de profundizar en el conocimiento de esta complicada diócesis, de modo que al menos cada cinco años visite al completo la más de 200 parroquias que integran la Iglesia hispalense.
Una de las situaciones que al parecer más ha llamado la atención del nuevo prelado ha sido la cantidad de iglesias y templos cerrados que hay por toda la diócesis y especialmente en la capital, bien por la falta de sacerdotes o por un mala organización en la administración de los servicios religiosos. El clero de Sevilla es muy variopinto, todo el mundo lo sabe. Los hay desde el sacerdote abnegado que trabaja con entrega en muy diversos apostolados hasta los que pasean el cleryman más en escaparates sociales que de puertas de la sacristía para adentro.
Hombre de profunda formación, intelectual, de conducta serena, el obispo nacido en Sigüenza tiene a la juventud entre sus principales preocupaciones, de ahí que haya aprovechado las primeras horas de su ministerio en Sevilla para reunirse con los responsables de la Pastoral Juvenil con vistas a preparar adecuadamente la Jornada Mundial de la Juventud que presidirá el Papa Benedicto XVI en Madrid en agosto de 2011, y cuyos organizadores, por cierto, desean contar con la imagen del Cachorro para uno de los actos centrales. ¿Influirá de algún modo el relevo al frente de la Iglesia hispalense en la decisión final de la hermandad trianera?
Otra de las tareas urgentes que debe acometer Asenjo es la puesta en marcha del Plan Pastoral Diocesano 2009-2013, cuyo objetivo es situar a la parroquia como casa verdadera de la familia cristiana.
Aunque el nuevo arzobispo apenas tardó cinco minutos en confirmar a todos los cargos diocesanos en sus puestos –más bien para evitar un vacío de poder–, el tiempo irá dictando quiénes van a ser sus más estrechos colaboradores en el gobierno pastoral de la diócesis. ¿Serán los mismos o habrá caras nuevas?
Nadie duda de que en esta ciudad su relación con esa gran familia que conforman las hermandades y cofradías en Sevilla marcará buena parte de la imagen pública del pontificado del nuevo obispo. Respetando la autonomía de estas corporaciones. Asenjo pide a las cofradías obediencia y comunión sincera” con el obispo, llamándolas a que agucen la imaginación en sus actividades caritativas en estos tiempos de crisis en favor de los más necesitados.
Especial empeño también pondrá el nuevo obispo en la formación del laicado y de los agentes de pastoral y la evangelización, así como en plantear respuestas a los desafíos con que la Iglesia se encuentra hoy, tales como el laicismo, la secularización, el descenso de la práctica religiosa, la crisis matrimonial o el abandono de los jóvenes.