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Asesinos de mujeres libres

El pasado sábado volvía a ser otro día especialmente negro en términos de violencia contra la mujer. Un anciano viajaba desde el municipio sevillano de Montellano hasta Jerez con el único objetivo de asestar una cuchillada mortal a su ex pareja, una mujer con la que había salido muy poco tiempo

el 15 sep 2009 / 04:38 h.

El pasado sábado volvía a ser otro día especialmente negro en términos de violencia contra la mujer. Un anciano viajaba desde el municipio sevillano de Montellano hasta Jerez con el único objetivo de asestar una cuchillada mortal a su ex pareja, una mujer con la que había salido muy poco tiempo. Logró su macabro objetivo para espanto de vecinos y familiares de la víctima. Unas horas más tarde otra mujer de poco más de 40 años perdía la vida asesinada por su marido en Zamora. Es la primera víctima oficial de la violencia machista en esa ciudad. En esta ocasión no había denuncia previa. En la anterior sí. Una orden de alejamiento que no fue suficiente para salvar a la víctima. Estos dos asesinatos en España coincidían con otro si cabe más espeluznante. Un padre mató a su hija en Irak con la ayuda de sus hijos varones y la tolerancia policial, sólo porque la joven se había enamorado presuntamente de un soldado británico. El asesino incluso presume con orgullo de su acción criminal. Mientras tanto, la propia vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, sufría en Níger un malentendido que la dejaba "horrorizada". Posó para una foto con un empresario local y sus tres esposas creyendo que éstas eran sus hijas por la corta edad que todas tenían. Salvando las distancias entre los tres sucesos y la anécdota, sí tienen los cuatro casos una denominador común: el ataque a la mujer o la humillación y anulación de ésta por parte de hombres que consideran a sus parejas de exclusiva propiedad. Y esa aberrante creencia no respeta edades, territorios o clases sociales. España es, por suerte, uno de los países mejor armados legalmente para combatir la violencia brutal que sufren miles de mujeres. Pero hay que hacer mucho más. La nueva ministra de Igualdad ya admite que habrá que revisar la Ley contra la Violencia a la Mujer para hacerla más eficaz. Pero será al final la sociedad, los familiares, los vecinos, las amistades de las agredidas -y los profesores en las escuelas- los que tienen realmente en sus manos la capacidad de desterrar para siempre una de las barbaridades más impropias de seres que se autocalifican de civilizados.

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