Cofradías

Atardecer romántico en San Vicente

el 04 abr 2012 / 19:17 h.

A las 20.20 horas, con una puntualidad británica se abrieron las puertas de la parroquia de San Vicente. En la calle Cardenal Cisneros no cabía ni un alfiler. Ya se respiraba más tranquilo. Los nubarrones amenazantes de primeras horas de la tarde iban pasando sin dejar ni una gota. Tres minutos después de salir la singular cruz de guía de las Siete Palabras, sonaba el llamador del primero de los pasos.

Pepe Luna levantaba el faldón para dirigirse a sus hombres. En lo alto: el Señor de la Divina Misericordia en su buque plateado, en el que se echaban en falta las dos águilas bicéfalas que le fueron sustraídas a la hermandad de su almacén el pasado mes de enero. Difícil la salida del Nazareno, en la que el público tuvo que aguantar la respiración en el momento en el que la cruz atravesaba el dintel del viejo portón. "Venga de frente, sin saltar", indicaba el capataz.

Igual de complicada resultó la salida del misterio de las Siete Palabras. Los costaleros de refresco portaban en sus manos las cartelas laterales de los respiraderos para salvar la estrechez de la puerta. Exornado con rosas rojas y algunos lirios morados salteados, el calvario más alto de la Semana Santa fue ocupando la calle mientras iba cayendo la noche. "Con mucho mimo", como decía el capataz, fue saliendo del templo escoltado por dos frondosos naranjos. Las cornetas de la banda Esencia se fundieron con los aplausos por el esfuerzo.

Mientras el misterio se perdía por el primer tramo de la calle San Vicente, el palio de la Virgen de la Cabeza iluminaba el exterior de la parroquia. El repertorio musical sorprendió con dos recuperaciones: Juana de Arco, que sonó ante el templo del Santo Entierro y Ángeles del Císter, por Virgen de los Buenos Libros.

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