Una de las bandas más potentes del rock nacional, Sôber, presenta esta viernes (21.00) en la sala Fanatic su último álbum, Letargo, un nuevo paso adelante en una trayectoria de casi dos décadas que no renuncia en ningún caso a su sello propio. Este nuevo trabajo supone una renovación a nivel instrumental y de textos, con canciones más largas, con más desarrollos rítmicos y una visión más actualizada y sofisticada de nuestro sonido de siempre, explica el cantante y bajista Carlos Escobedo. En esta revisión muchos han visto una propuesta más luminosa, menos gótica de Sôber, algo que sus miembros admiten en parte: Hemos tratado de buscar dentro de esos sentimientos oscuros con los que solemos trabajar, mirar más allá y reconocer la luz dentro de la parte más arraigada de nuestro interior, comentan. Hay incluso un tema, Unax, que se sale por completo de la habitual temática rockera. Es un chico real que tiene una enfermedad rara. Su padre contactó con nosotros para montar un festival que le permitiera costearse una costosa operación. Al final no fue necesario, porque todo el mundo respondió. Pero teníamos que soltar esa emoción que teníamos, y escribimos la canción. Ha sido de las cosas más bonitas que hemos hecho. Los músicos madrileños son conscientes de que sus temas sirven como complemento energético para miles de fans, muchos de los cuales sufren, como toda la sociedad, los malos tiempos que corren. Para nosotros mismos, la música es un estímulo fundamental. Sin ella no seríamos nosotros. Es una fuerza que te ayuda a cambiar las cosas. Ya lo dijimos: bienaventurados los del fondo del pozo, porque solo les queda subir. Este disco tiene mucho de eso, agrega Escobedo. Por otro lado, el líder de la banda se encoge de hombros ante algunas críticas de fans que no admiten de buen grado los teclados en su repertorio. Sôber nunca se ha encasillado en un estilo. Hemos metido cuerdas, cellos, un hammond, sintetizadores, todo tiene cabida en nuestra música, y ya que cada cual lo tome peor o mejor. Nos movemos como pez en el agua en ese terreno abierto, y sabemos que nunca hemos sido metaleros extremos. Llevamos 20 años haciendo lo que nos gusta. Y lo que más les gusta es, sin duda, el directo. Esta vez, con atractivos añadidos: Hemos podido llevar con nosotros una pantalla Samsung sincronizada en claqueta para que todo venga junto de principio a fin, porque queremos que sea un show que la gente pueda recordar. Sentimos mucho respeto por quien compra una entrada, y tratamos siempre de ofrecer algo más aunque el IVA nos machaque. Por otro lado, Escobedo ha intervenido en varios trabajos de producción, por ejemplo con los ceutíes Sheilan, que para él suponen un complemento a su tarea como músico y compositor. Cuando trabajas con tu disco, no eres objetivo. Sin embargo, con la experiencia acumulada, después de haber trabajado con productores potentes de Estados Unidos, puedes aportar cosas a otros compañeros, y si tienen la fuerza y la ilusión de Sheilan, mejor. Después de telonear a monstruos como Metallica, Mötorhead o Faith No More, Sôber reconoce que el listón está muy alto, pero no renuncian a un sueño: abrir algún día para AC/DC. Kiss, los Judas, nos gustan, pero AC/DC es tan aplastante Y siguen conservando su magia, dicen. De momento, aseguran que hay gasolina a tutiplén para seguir muchos años más en la brecha, con independencia de cómo esté el mercado. Seguiremos al cien por cien, con una multinacional o con movistar, concluyen.
