Cultura

Aurora Vargas, una cantaora de quitar el sueño

El Festival Quitasueños, de la Unión Local de Peñas, hizo brillar la noche del sábado con Aurora Vargas y la joven Rocío Márquez. Contó también con El Choro hijo, que a sus 24 años es un nuevo fenómeno de la danza jonda.

el 16 sep 2009 / 05:57 h.

La Unión Local de Peñas Flamencas de Huelva creó un festival hace cuatro años y lo llamó Quitasueños en honor de un lugar emblemático para los flamencos de la tierra de Rengel. Precioso nombre para un festival y hermoso marco, el Barrio Reina Victoria, conocido por el Barrio Obrero. Este conjunto de casas fue declarado Bien de Interés Cultural y la noche del sábado la cultura jonda se convirtió en absoluta protagonista gracias al buen trabajo de sus organizadores y, sobre todo, al oficio de unos artistas que el pasado sábado fueron a dar los vente reales del duro, y los dieron porque la noche se le dedicó a la familia Azuaga.

En el cartel de la noche había sólo dos cantaoras, Aurora Vargas y Rocío Márquez, un guitarrista de concierto, José Luis Rodríguez, y el bailaor Antonio Molina El Choro. Cada uno tenía asignado su tiempo y a las dos y media de la mañana, con todo el público en sus asientos, las luces del Barrio Obrero se fueron apagando y los flamencos celebraron a su manera una gran noche de arte jondo.

El Choro hijo es un nuevo fenómeno del baile, un artista que hace de la danza jonda un ejercicio de poderío y frescura, una propuesta de renovación de las formas antiguas sin perder la esencia. Tiene sólo 24 años y ya ha recorrido gran parte del mundo y participado en eventos de cierta relevancia. Sus paisanos aprobaron sus maneras y disfrutaron con su arte.

La joven cantaora Rocío Márquez tiene una voz que si se pudieran hacer con ella pinceles y resucitara Velázquez, seguro que volvería a pintar Las Meninas. Es un Stradivarius. ¡Qué manera de afinar y de colocar la voz, de deslizarla por su garganta, de armonizar los tonos!

Hacía mucho tiempo que no disfrutábamos de un buen concierto de guitarra, entre otras cosas, porque en los festivales tienen castigados a los guitarristas que quieren hacer algo más que acompañar al cante. El artista local José Luis Rodríguez ofreció un concierto de categoría, con un directo estupendo y unas composiciones que lo definen como un gran músico, como su emotivo homenaje al Niño Miguel.

Algo delgada y enlutada, Aurora Vargas tenía la sensibilidad a flor de piel antes de subir al escenario. La vimos secar sus lágrimas varias veces. Pero éstas se volvieron perlas que bailaron a compás y la cantaora ofreció un recital de cerca de una hora de duración. Fue uno de esos momentos que surgen por capricho de alguien poderoso. Se llama estar a gusto, aunque los flamencos le llamen duende. ¡Y cómo bailaron El Eléctrico y El Rafita de Jerez! ¡Y cómo tocó Diego Amaya!

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