Vicente Cruz obtuvo el miércoles el mejor regalo que podría recibir de su madre. Vicente, que tiene apenas tres años, no recibió ningún juguete; en realidad, su madre, Aurora, jiennense de 30 años, no le dio nada que se pueda comprar porque el regalo que le hizo fue una vida nueva. Vicente nació con una insuficiencia renal severa y Aurora ha decidido darle uno de sus riñones.
La operación se produjo el pasado miércoles en el hospital Virgen del Rocío, el centro sanitario de referencia en Andalucía para este tipo de trasplante de órganos llamados in vivo, es decir, que proceden de un donante vivo. El hospital sevillano realizó el año pasado hasta 17 injertos de este tipo de los 41 que se efectuaron en Andalucía durante 2009 -el año anterior se habían realizado casi la mitad, 25-.
"Han sido momentos muy duros para toda la familia -decía ayer Aurora, aún convaleciente en su habitación- puesto que las operaciones se han prolongado durante casi diez horas y se han realizado en dos edificios diferentes. Nuestros padres ya no sabían qué hacer ni dónde estar".
Aurora entró el miércoles en un quirófano del Hospital General a las nueve de la mañana y salió a la una y media. A las dos los médicos comenzaron la operación para trasplantar el riñón en Vicente en el Hospital Infantil y la intervención no se terminó hasta las seis y media.
Una odisea interminable de pasillos, quirófanos y salas de espera, pero una odisea que ha terminado bien. Y eso es lo que cuenta. "Estamos muy contentos porque la operación ha ido muy bien", explica Aurora, quien apunta: "En cuanto le injertaron el riñón comenzó a funcionar y eso era lo más decisivo porque Vicente tiene muy poca edad".
De hecho, el caso de Aurora es el típicamente estadístico: el 66% de quienes ceden un riñón a un ser querido gravemente enfermo son mujeres; en el 33% de los casos se lo dan a un hijo. Sin embargo, nunca este hijo había sido un niño tres años, como tiene el pequeño Vicente.
El hijo de Aurora nació con una insuficiencia renal tan severa que los médicos temieron que pudiera sufrir un infarto por sus niveles galopantes de creatinina, urea y potasio. Ahí comenzó la medicación diaria de inyecciones de hormonas del crecimiento (un proceso detenido por la enfermedad) y semanal de inyecciones de eritropoyetina para combatir la anemia.
Todo esto tiene los días contados: hoy dejará la UCI y llegará a planta donde en unos 20 días recibirá el alta. A partir de ahí vivirá como cualquier niño y su sangre la filtrará el riñón que le ha regalado su madre. "Emprendemos este camino juntos y ahora lo que hay que hacer es disfrutar de la vida", dice Aurora.
