La crisis en el Tibet ha logrado que el fuego de la antorcha olímpica se vea salpicado por la polémica allá por dónde pasa hasta llegar a Pekín, ciudad que albergará los Juegos Olímpicos en poco más de dos meses. En esta ocasión, la llama olímpica visitó Australia, donde la Policía arrestó a siete personas después de que manifestantes tibetanos y prochinos residentes del país se enzarzaran en una pelea en las calles de la capital, Camberra.
Miles de partidarios de Pekín fueron transportados en autobuses a Camberra para presenciar el paso de la llama olímpica por la ciudad, superando a los cientos de activistas que abogan por una solución al conflicto del Tíbet, agravado tras las revueltas iniciadas el 14 de marzo. La Policía, ante esta situación, tomó medidas de seguridad sin precedentes y arrestó a siete personas.
Dos activistas de Tíbet se acercaron peligrosamente al convoy de la antorcha mientras caminaban hacia el Parlamento y fueron separadas del lugar por la Policía. Una de ellas gritaba: "Están torturando a mi país". En tanto, un hombre, que se sentó en la calle ante el paso de la caravana gritando "dejen de matar al Tíbet", fue retirado rápidamente.
China acepta turistas. El Gobierno chino busca, mientras, la vuelta a la normalidad. El primer grupo de turistas chinos que visita el Tíbet desde los disturbios del 14 de marzo llegó el miércoles a la región autónoma. "Tíbet mantendrá su imagen como destino turístico seguro y sano", señaló Zhanor, subdirector del Buró de Turismo en la zona.
Pero estas medidas no son suficientes para calmar los ánimos. La comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, exigió a las autoridades chinas que se comprometan a un diálogo "constructivo" con el Dalai Lama en busca de "una reconciliación pacífica".
