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Austria investiga si el 'carcelero' iba a matar con gas a sus hijos

El crimen del carcelero de Amstetten podría haber sido más macabro aún de lo que en principio se creía. Las autoridades austríacas investigan si Fritzl construyó un dispositivo para que el zulo donde encerraba a su hija y a sus tres hijos-nietos se llenara de gas en caso de que a él "le pasara algo".

el 15 sep 2009 / 04:04 h.

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El crimen del carcelero de Amstetten (Austria) podría haber sido más macabro aún de lo que en principio se ha contado. Las autoridades austríacas investigan si Josef Fritzl construyó un dispositivo para que el zulo donde encerraba a su hija y a sus tres hijos-nietos se llenara de gas en caso de que a él "le pasara algo".

Fritzl, que retuvo a su hija durante 24 años y tuvo con ella seis hijos fruto de los abusos, había advertido a Elisabeth de que si a él le "ocurría algo", la vivienda subterránea se llenaría de gas. Los investigadores deducen que esa amenaza explicaría en parte por qué los prisioneros de Josef nunca intentaran atacar a su carcelero para liberarse. Por otro lado, el septuagenario detenido y acusado del más grave caso de secuestro, abuso e incesto conocido en Austria, declaró que había instalado un temporizador en la puerta de acero de 300 kilogramos para que se abriera en caso de que el mecanismo de apertura no fuera utilizado durante un cierto tiempo.

Según un portavoz policial, seis técnicos en investigación criminal analizan la casa de Fritzl para averiguar el funcionamiento de esta puerta, de un total de 35 especialistas que continúan desde el domingo las pesquisas en el edificio.

Elisabeth y dos de los hijos de ésta, que salieron el pasado sábado del calabozo, están junto con su madre y los otros tres niños fruto del incesto con Fritzl en un recinto aislado en la clínica Amstetten-Mauer, próxima a Amstetten, donde reciben cuidados especiales de psiquiatras y otros especialistas. Kerstin, de 19 años, la hija mayor de Fritzl y Elisabeth, sigue internada en otro hospital de Amstetten, en estado grave, tras quedarse inconsciente en el zulo, lo que indujo al sospechoso a llevarla al hospital el pasado sábado.

El director de la clínica Amstetten-Mauer, Berthold Kepplinger, dijo que el estado físico de los pacientes "es relativamente bueno" y precisó que continuará la terapia y que la "familia se encuentra bien bajo las circunstancias presentes".

El testimonio. Christine R., cuñada de Josef Fritzl, aseguró que éste pasaba todos los días horas en el sótano de su casa, donde la semana pasada se descubrió que mantuvo encerrada a su hija Elisabeth durante 24 años. En una entrevista que publica un diario austríaco, Christine R. asegura que "todas las mañanas a las 9.00 horas Josef bajaba al sótano, supuestamente para dibujar unos planos para unas máquinas que quería vender". "A veces también pasaba toda la noche allí. Ahora sabemos porqué", agrega la cuñada de Fritzl, en referencia a las sistemáticas violaciones sufridas por Elisabeth, de 42 años.

Christine R., de 56 años, asegura además que Fritzl humilló a su hermana durante los 51 años de matrimonio y que siempre maltrató a sus hijos, que en su mayoría se casaron jóvenes para irse de la casa familiar. "Mi hermana se casó con Josef cuando tenía 17 años, no tenía formación ni profesión, y eso él lo aprovechó de forma brutal durante 51 años", relata la mujer. "Josef era déspota, siempre lo he odiado", agrega y recuerda que hace 40 años el esposo de su hermana fue encarcelado por la violación de una mujer en Linz.

La cuñada del carcelero de Amstetten confirma además que Fritzl es sumamente vanidoso, hasta el punto de que viajó a Viena para hacerse un trasplante de pelo después de que parientes se rieran de su calva. Fritzl se encuentra internado en la Fiscalía de Baja Austria, donde por razones de seguridad debe realizar a solas sus paseos en el patio, ante el peligro de ser agredido por otros presos. Así informó la prensa austríaca, que relataba además que varios psicólogos lo están atendiendo para evitar que el acusado, que ya ha confesado sus delitos, se suicide.

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