- Antes de aterrizar en la Fundación Tres Culturas, ¿cuál había sido su relación con la institución que ahora conduce?
-He venido colaborando con ella en la organización de seminarios sobre la realidad política de Marruecos. La conocía de cerca y siempre ha sido una satisfacción para mí contribuir al cumplimiento de sus objetivos.
- Deja su puesto en la Universidad de Jaén para asumir la etiqueta que conlleva la gerencia de una Fundación. ¿Cómo está asimilando el cambio?
- Espero no perder el contacto con las aulas, esto es algo que uno lleva en la sangre, como una especie de vocación latente que necesita expresarse. De todos modos, mi trabajo en la Fundación dista mucho de ser gris y monocorde. Más bien lo contrario, las actividades de Tres Culturas son una buena muestra del trabajo dinámico que se realiza.
- ¿Qué aspecto es el que más le interesa de la institución que va a regir?
- Sobre todo la proyección que tiene en el plano de las Relaciones Internacionales y el desarrollo cultural. Se trata de una fundación que se ha forjado una imagen muy sólida y prestigiosa en este ámbito. En mi etapa aspiro a mantener ese nivel.
- Se afirma que la Fundación ha permitido que dos países, España y Marruecos, se conozcan mejor entre ellos. Pero... ¿cree sinceramente que los ciudadanos han profundizado en una percepción del país vecino más cultural y menos politizada?
-Creo que se ha avanzado mucho en estos últimos años en un conocimiento recíproco de los dos países. En esto ha contribuido de manera sobresaliente la Fundación, que ha ayudado a que los países se entiendan mucho mejor. Pero también, a través de la promoción cultural, se ha logrado dar a conocer las sociedades y los pueblos que viven a ambos lados del Mediterráneo.
- ¿Considera que, después de casi nueve años de trabajo, la institución se encuentra libre de vaivenes políticos?
-Tres Culturas tiene que servir de apoyo a iniciativas políticas que se adopten por los Gobiernos del Estado y de Andalucía. En todo lo demás, creo que ha tenido una autonomía considerable para programar y ejecutar sus propios proyectos. Y así espero que continúe siendo.
- No ha resultado fácil, pero la Fundación se ha situado en un importante puesto dentro del mapa cultural sevillano. ¿Tiene alguna idea de evolución o cambios con respecto a los contenidos que se han venido dando?
-La sede, en el antiguo Pabellón de Marruecos de la Expo'92, es un lugar privilegiado. No obstante, dada su vocación internacional, pienso que hay que profundizar en la línea de colaboración para llevar a otros lugares aquellas actuaciones, seminarios y exposiciones que sean más emblemáticas de los fines que nos mueven. Con respecto a lo que se ofrece en Sevilla creo que, en lo sustancial, las líneas están bien marcadas.
- ¿Y tiene intención de acercar la entidad a los ciudadanos mediante iniciativas concretas?
-Lo iremos viendo porque, en efecto, sí que creo que algunas actividades podrían tener un encaje algo más adecuado en sedes o espacios de otras instituciones, universitarias y culturales, con cuya colaboración espero contar.
- Recientemente la Orquesta del Diván, que dirige Barenboim, no pudo incluir Jordania en su gira por motivos de seguridad. A veces la cultura no lima los conflictos. ¿No hay algo de utopía en objetivos como los que persigue su centro?
-Quizás sí, vistas las circunstancias y la coyuntura política actual, pero por otro lado estoy seguro de que la Humanidad siempre se ha alimentado de utopías, que han servido para mejorar nuestras civilizaciones y culturas, realizadas parcialmente gracias a la ilusión de esos pocos que acaban convenciendo a la mayoría de la posibilidad de alcanzarlas.
- ¿Qué fechas tiene marcadas en su agenda inmediata?
-Trabajamos en una reunión al más alto nivel que se celebrará entre autoridades de España y Marruecos. También estamos ya diseñando la programación especial y las actividades del décimo aniversario de la Fundación.
