No queda más remedio que asumirlo. Llega una época de vacas flacas tras años de bonanza en el ladrillo y no hay más opción que buscar alternativas para soportar el chaparrón como sea. Construcciones Azagra se está concentrando en la vivienda protegida y confía en la obra civil para amortiguar el parón residencial.
Coincidencia o no, lo cierto es que la crisis financiera -por falta de liquidez- en los mercados internacionales ha hecho un poco más de daño, si cabe, a las promotoras y constructoras, actividades necesitadas de grandes inyecciones de financiación para el desarrollo de sus proyectos.
"Es un momento complejo porque siempre hemos vivido con el apoyo financiero de bancos y cajas, algo impensable en otros sectores industriales", asume Manuel Amador, presidente y consejero delegado de Azagra. Y es que a la evidente y "muy notable" disminución de las ventas inmobiliarias, se une la "problemática" de la banca, lo que ha provocado una distorsión aún mayor en esta actividad. Por este motivo, considera que no se puede apoyar un negocio para "de repente" retirarle todo el respaldo, sobre todo, tras años de tanta bonanza. Sin embargo, incide en que mantiene las relaciones con los bancos y cajas con los que la firma trabaja habitualmente, si bien las relaciones son menos "fluidas" y cuesta más trabajo conseguir financiación. "Lo que más distorsiona es la crisis financiera, con la falta de agilidad para conseguir la liquidez necesaria para las obras". Aunque, señala, que en los 42 años de vida de la empresa también han superado, con éxito, otros momentos de dificultad.
Provisiones. "Tenemos unas necesidades de liquidez muy fuertes y eso nos crea tensiones que nos obligan a ser muy prudentes". De esta manera, Manuel Amador instará al resto de socios de la compañía a destinar a reservas todos los beneficios obtenidos durante el año pasado -en el que la facturación se elevó hasta los 196 millones de euros- con el fin de aportar "ayudas para superar esta fase", cuya duración no se atreve a aventurar. Y es que se trata de un sector que conlleva unos riesgos "tremendos" por el elevado montante de sus inversiones.
Para afrontar lo que dure el frenazo iniciado en agosto del año pasado, Azagra concentrará esfuerzos en la VPO, que se ha convertido "en uno de nuestros apoyos fundamentales". La experiencia es un valor añadido, ya que en 2006 -"año de la euforia inmobiliaria", enfatiza- la empresa entregó más de 1.000 viviendas protegidas.
Así, ya ha entregado 110 VPO en el barrio sevillano de Alcosa y en los próximos días hará lo propio con una promoción de 245 inmuebles de este tipo en el de Los Bermejales, además de ejecutarlas en otras zonas de la capital como Torreblanca.
No obstante, Amador sí echa de menos una legislación "clara, duradera y fiable" que otorgue garantías jurídicas, de las que dependen en buena medida las ventas de este tipo de inmuebles.
Y aprovecha para lanzar un mensaje claro que echa por tierra las expectativas generadas sobre sus precios. "Algunos analistas hablan de que van a bajar los precios", pero, en su opinión, nada más lejos de la realidad. "La tendencia es que suban porque "cada vez se hacen mejor y están sometidas a un régimen más riguroso de gastos". De hecho, asegura que el precio de las VPO suben todos los años, "y al comprador le supone un esfuerzo grande, no se las regala nadie", asevera.
Sobre la obra civil sustentará otro de los pilares de la actividad, ámbito en el que destaca el papel de las administraciones públicas, "conscientes del problema del aumento del paro en la construcción", al igual que otro tipo de infraestructuras como los aparcamientos. Sólo en Sevilla capital, Azagra está pendiente de ejecutar catorce zonas de estacionamientos para residentes, recuerda, lo que también supondrá una "ayuda importante al sector desde el punto de vista económico". Para ello, tiene que funcionar en sintonía el binomio Administración-empresas.
