Se ha traspasado una línea roja porque, quince años después, ya era hora de que se traspasara. Eso sí, sin olvidar ni perdonar, pues aún hay que tratar de arrancar de Boliden allá donde sea el dinero de la limpieza del entorno natural y agroganadero que contaminó y no pagó, y que, hoy por hoy y por siempre jamás, la convierten en una apestada. Bien hace la Junta de Andalucía en cortarle el paso a la multinacional sueca en el concurso que convoque para la reactivación del yacimiento de Aznalcóllar. Es un aquí no te queremos, nuestra herida todavía sangra. Esa alargada sombra se ha proyectado muchísimo sobre cualquier decisión del Gobierno regional en política minera, hasta el punto de mirar con recelo cualquier inversión que se planteara, guárdese en un cajón y trátese sólo cuando no haya más remedio. Quedan ahí la década para que Cobre las Cruces se hiciera realidad y los años y años que ya suma EMED Tartessus para la proyectada reapertura de la línea de cobre del histórico yacimiento de Río Tinto. Eso sí, la presión de la crisis económica y el drama del desempleo empujaron a la Junta a convocar en febrero pasado el mayor concurso de la minería metálica jamás acometido: 61 derechos sobre otros tantos yacimientos de las provincia de Huelva y Sevilla. En él se hablaba ya de Aznalcóllar, aunque no del complejo Boliden en sí, bicha sin mentar aún. Pero cuidado. Entre el anuncio de ayer y esa reapertura de la mina quedan años y años. Porque aunque se pudiera adjudicar en 2014, según la programación de la Consejería de Economía, la burocracia es, en cuestiones mineras, tediosa. Y si Aznalcóllar ya no es una línea roja, el medio ambiente sí lo es.
