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Aznar cuestiona el cambio de rumbo y desagravia a Zaplana y San Gil

El viernes dio un avance y ayer se despachó a gusto. José María Aznar dedicó su discurso a reivindicar el PP de siempre, que no tiene que ir a buscar votos en caladeros moderados ni que "avergonzarse de nada". Arrancó aplausos para quienes más daño han hecho a Rajoy en el precongreso. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 06:44 h.

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El viernes dio un avance y ayer se despachó a gusto. José María Aznar dedicó su discurso a reivindicar el PP de siempre, que no tiene que ir a buscar votos en caladeros moderados ni que "avergonzarse de nada". Arrancó aplausos para quienes más daño han hecho a Rajoy en el precongreso.

Dio la campanada. Su intervención era la más esperada antes del congreso y en la jornada inaugural ya hizo gestos que dejaban entrever que no iba a bendecir a Mariano Rajoy, a quien eligió a dedo para sucederle al frente del partido y que ha padecido un vía crucis para poder ser presidente del PP sin su tutelaje. La moderación que predica Rajoy y que pretende visualizar fichando a mujeres como María Dolores de Cospedal o Soraya Sáenz de Santamaría disgusta a Aznar: "No ganaremos si pensamos que podemos ignorar a los que nos votan", dijo. "No tenemos de qué avergonzarnos de nada y, si tuviéramos que avergonzarnos, hoy echaríamos el cierre al PP", proclamó tras citar las estrategias más conservadoras del partido.

Aznar, que accedió a la tribuna recreándose y con una media sonrisa en los labios, comenzó su intervención a la defensiva: "Soy un disciplinado militante que no aspira a nada, que no pide nada y que no juega a nada". Su discurso sí dio la sensación de hacer el juego a los duros del partido, a quienes durante meses han intentado debilitar a Rajoy acusándole de acercarse al PSOE. Él alertó del riesgo de intentar "contentar a los adversarios" y de querer "acomodarse al paisaje" porque, añadió, "nuestro objetivo no es heredar a la izquierda, sino ganar". Y después de dos derrotas electorales de Mariano Rajoy, le ordenó las ideas: primero hay que ganar las elecciones, y luego dialogar. "Por ese orden, que no se dude", aleccionó.

Lo que dejó claro fueron sus prioridades en el PP. Tras una breve introducción lo primero que hizo fue reivindicar a los dos grandes ausentes de este cónclave: Eduardo Zaplana, ex portavoz popular -que expresa su rechazo a los nuevos tiempos no asistiendo a la cita- y María San Gil, la principal china en el zapato del líder popular. "En estos momentos de despedida para algunos, de hasta luego para otros, hasta siempre espero que para todos y ausencias dolorosas, tengo que referirme a Eduardo Zaplana y Ángel Acebes". Hubo un aplauso atronador. Sobre San Gil aseguró que sin ella el PP "no sería lo que es" y que estaría "traicionando su vida política" y no sería "leal" si no la mencionase en su discurso.

¿Y Mariano Rajoy? Una sola vez pronunció su nombre. No lo hizo al tomar la palabra -el presidente popular no cambió de gesto en toda la intervención- y esperó a la mitad de su intervención para hacerlo, aunque también es cierto que el plenario reaccionó con una fuerte ovación al grito de "presidente, presidente". Al que desde ayer es de nuevo jefe de filas del PP le dio un "respaldo responsable". Sólo eso. "Tiene ante sí una gran responsabilidad", dijo, sin glosar sus virtudes ni las del equipo con el que afronta la nueva etapa: "No nos equivoquemos en el sentido de la renovación. Siempre he dicho que cuando vayas avanzando hay que procurar que no se queda nadie en el camino".

Dos de los protagonistas de esa renovación, María Dolores de Cospedal y Javier Arenas, coincidieron en su respuesta a Aznar: sus ideas, dijeron, las pueden suscribir todos. Para la secretaria general, se puede decir incluso que el ex presidente del Gobierno respaldó "rotundamente" a Rajoy. Arenas dijo lo mismo. En las filas andaluzas admitieron que se esperaban un discurso más duro.

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