Televisión

Bajo el yugo del mando a distancia

A medida que aumenta la competencia, las cadenas se vuelven más impacientes.

el 06 mar 2010 / 18:35 h.

De repente los Gómez.

El pasado 12 de febrero, Cuatro cancelaba Lo que diga la rubia, tan sólo cinco días después de su estreno. Unos días antes del debut, Luján Argüelles, conductora del magacín, reconocía que la competencia que afrontaba en su franja era dura (Sálvame, en Telecinco, y Sé lo que hicisteis, en laSexta), pero que esperaba que "la gente se divirtiera más" con ellos.


Los deseos de la rubia presentadora no se cumplieron y el programa no pasó de su primera semana de vida. El día de su despedida fue seguido por 181.000 espectadores y la cuota de pantalla no llegó ni al 2% (1,7%), muy por debajo de la media del canal, que el pasado mes se ha situado en el 6,3%.


Javier López, gerente de Análisis de Barlovento Comunicación, dice que "las cadenas privadas se rigen por temas de rentabilidad, y mantener un programa con el nivel de audiencia de Lo que diga la rubia supone para Cuatro no alcanzar los objetivos mínimos".


Según el sociólogo Lorenzo Díaz, algunos espacios ahora duran muy poco porque "la competencia es feroz y las televisiones comerciales no se pueden permitir audiencias bajas; algo que irá a peor con la aparición de nuevos canales de Televisión Digital Terrestre". Para el analista y profesor de la Complutense Luis Miguel Martínez, "las televisiones sólo viven el presente y están tan pendientes de los resultados, y cuando algo no les reporta beneficio inmediato, lo retiran del mercado".


Luján Argüelles no se fue sola, la acompañaron en su despedida Dani Mateo y Ricardo Castella, los presentadores de Periodistas Fútbol Club en laSexta, el espacio que analizaba en clave de humor la actualidad del balompié y que se fue con una discreta cuota de pantalla del 3,7% y 458.000 televidentes. Y la pasada semana, Cuatro volvió a aplicar la tijera al programa de Arturo Valls Vaya tropa y al serial Valientes.


López dice que "la fórmula del éxito siempre es un secreto, pero está claro que un presentador reconocible y querido por el público supone una garantía adicional", aunque también hay otros factores imprescindibles: "Un formato atractivo, una buena producción, talento suficiente para desarrollarlo y la ubicación correcta en la parrilla".


Para el sociólogo Díaz, en cambio, no hay presentadores fetiches, sino productos buenos o malos. Eso explicaría el caso de Mi familia contra todos y La tribu, espacios presentados por Jesús Vázquez y Javier Sardá, respectivamente, dos reconocidos comunicadores que vieron cómo sus espacios se cayeron de la parrilla de Telecinco tan pronto como llegaron.


‘Telebasura'. Lorenzo Díaz piensa que "algunos ilustrados creen que la televisión que se hace ahora es un reducto de la España profunda que hay que corregir, pero es que la gente que ve la televisión es la España profunda, la gran mayoría no es la Pablo de Olavide sino los barrios de Sevilla".

Javier López, por su parte, opina que el término telebasura "es muy subjetivo y de difícil catalogación: las emisiones más vistas por los españoles son los acontecimientos deportivos, seguidos por las series de ficción y, en tercer lugar, el cine y los informativos. El corazón, en líneas generales y exceptuando algún caso concreto, no es el género con más capacidad de congregación".


Javier Sardá dijo hace tiempo que había más telebasura en algunos informativos que en Crónicas marcianas -espacio que condujo durante ocho años con excelentes resultados-, y Luis Miguel Martínez le da la razón.

El analista cree que "una información sectaria y tergiversada, como la que a veces se produce en los informativos de algunas cadenas de televisión, es mucho más perniciosa que unos gritos o unas carcajadas de cualquier friki o tertuliano que participa en los llamados programas de corazón".


La proliferación de realities y la cantidad de horas que ocupan en los distintos programas de la cadena se debe, según Díaz, a que "son productos de bajo coste". "Si pones una buena serie, también engancha a la audiencia, pero si metes a 20 personas en una casa en Guadalix de la Sierra eruptando, también consigues público, y es mucho más barato".


Javier López, por su parte, cree que el zapping simboliza la democracia para el televidente, y que "en un futuro a corto plazo, la especialización en cuanto a contenidos de los canales cubrirá las necesidades de casi todos los grupos sociales".


Mientras eso ocurre, y dado que nadie tiene la clave del éxito, las cadenas seguirán peleando cada día por atraer el mayor número posible de telespectadores, ya sea encerrando a gente en una casa, disfrazando a famosos de mendigos o contando las miserias de los famosos, Y también, ¿por qué no?, con un buen programa cultural, pues ya lo dijo Groucho Marx: "Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro".

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