Lo reducido de los equipos en la prueba de fondo en carretera, un máximo de cinco ciclistas por país, convierte a esta disciplina olímpica en una guerra de guerrillas sólo apta para gente dotada de mucha inteligencia táctica. Justo lo que le sobra a Alejandro Valverde.
Paco Antequera, seleccionador de ciclisto en ruta, cometió en Atenas un error de bulto. España contaba con un gran quinteto para estrenar su medallero en la prueba reina del ciclismo: nada menos que un bicampeón del mundo (Óscar Freire, que meses después de los Juegos se haría con su tercer maillot arco iris) y el vigente campeón y subcampeón mundiales, Igor Astarloa y Alejandro Valverde.
Pero no contó con que cinco corredores no pueden controlar una carrera igual que la docena que compone al equipo mundialista y el oro fue para el más listo de todos, el grillo Bettini. Que, dicho sea de paso, es el principal favorito para coronarse de nuevo en Pekín, dada su condición de doble campeón del mundo en 2006 y 2007.
En la preselección olímpica, por lo tanto, Antequera ha incluido a algunos de los caza-etapas más cualificados del pelotón nacional. Naturalmente, estará Freire porque no es cuestión de renunciar a un velocista de su nivel, pero la dureza del recorrido lo hace más apto para lobos esteparios como Juan Antonio Flecha, Alberto Contador, Juan Manuel Gárate y, sobre todo, un Alejandro Valverde que acaba de ganar la Lieja-Bastoña-Lieja, decana de las clásicas de primavera belgas y prueba del algodón para los grandes clasicómanos.
El único problema para llegar fresco a Pekín estriba en que la temporada del corredor murciano suele estar muy enfocada hacia el Tour, que termina tres semanas antes de los Juegos. Si Valverde disputa a fondo la ronda francesa, le será complicado estirar tanto el estado de forma pero todo apunta a que Eusebio Unzué, su director, se ha convencido de que no es un ciclista para intentar el asalto a los Campos Elíseos y sí alguien que se puede construir un enorme palmarés en pruebas de un día.
El perfil de Valverde es parecido al de Jalabert: su mote 'Balaverde' le viene de sus inicios, cuando lucía maneras de velocista con el maillot verdiblanco del Kelme. Igual que le ocurría al francés, tiene tanta clase que ha ido evolucionando hacia otras facetas y su talento es tan descomunal que incluso podría hacer pensar en él como potencial ganador de una gran ronda por etapas (el galo llegó a ganar la Vuelta a España), pero la realidad es que sus triunfos llegan más en pruebas de un día, pues luce un triunfo en la Flecha Valona y este año ya se ha apuntado dos clásicas: la mencionada Lieja-Bastoña-Lieja y la París-Camembert.
En Pekín, Valverde tendrá dos oportunidades de subir al podio, ya que es casi seguro que Antequera lo use también para la prueba contra el reloj. El reglamento obliga a que los contrarrelojistas estén inscritos en otra prueba y España carece de un especialista lo suficientemente cualificado (José Iván Gutiérrez no es ninguna garantía) como para renunciar a un corredor en la carrera de fondo.
El murciano y Contador (tal vez el 'pistard' Toni Tauler) serán los encargados de defender la suerte de España en la prueba en la que Indurain y Olano firmaron un histórico doblete en Atlanta 96.
A decir verdad, lo probable es que estas medallas las acaparen especialistas como el suizo Cancellara, el húngaro Bodrogi, el alemán Kloden o el australiano Rogers, pero a Valverde le sobra talento como para colarse entre los reyes del reloj.