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Barrau, permitido pasar

Una misma retahíla unía a los vecinos y comerciantes de la calle Barrau. Tras más de dos años de estar cerrada al tráfico y peatones por las obras del Metro, desde ayer ya se puede circular por ella sin tropezar con vallas o socavones. Foto: A. Acedo

el 15 sep 2009 / 07:17 h.

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Una misma retahíla unía a los vecinos y comerciantes de la calle Barrau. Tras más de dos años de estar cerrada al tráfico y peatones por las obras del Metro, desde ayer ya se puede circular por ella sin tropezar con vallas o socavones. El ¡ya era hora! se convirtió en el himno reivindicativo de los afectados.

"Deberían haber terminado hace muchos meses". "Por fin han acabado. "Ha sido un desastre". Los comentarios de los afectados por las obras que Metro de Sevilla ha realizado en la calle Barrau no dejaban lugar a dudas: el malestar por la tardanza en la ejecución no se aliviaba por la apertura al tráfico de la calle. Varios años de ruidos, polvo, corte al tráfico y a los peatones, cambios de sentidos y zonas peligrosas han hecho mella en la confianza vecinal y comercial en el Ayuntamiento de la ciudad y en el futuro medio de transporte.

"Se han dado muy poca prisa en terminar esta obra", comentaba Manuel Monreal, un jubilado vecino de Nervión. María, que paseaba con su nieto, también comentaba lo mismo: "No podías pasear por aquí y todo estaba lleno de polvo", y José Luis Bernal, vecino de Camilo José Cela, asegura que desde que se cortó la calle "el lío de tráfico se triplicó y el de los aparcamientos aún más".

Y eso que la Unión Temporal de Empresas del Metro de Sevilla ha ido reurbanizando y liberando progresivamente diferentes tramos de Barrau desde el verano de 2006 con el objetivo de minimizar el impacto de las obras entre los vecinos y comerciantes. Aún así éstos no están nada contentos. Rocío trabaja en una peluquería al inicio de la calle. "Ha sido una obra eterna que nos ha traído numerosas molestias: tenemos que limpiar las estanterías todos los días, no hay un acceso cómodo y no tenemos sitio para aparcar", y eso que, como contaba esta joven, "nosotros tenemos nuestra clientela fija. Si no, hubiera sido la ruina".

Con el fin del asfaltado de la calle y acerado junto a la fachada de los edificios, la calle Barrau será transitable desde Eduardo Dato hasta la avenida de Ramón y Cajal. Precisamente el sentido único de esta calle -que antes era doble- también ha levantado polémica. "Para llegar hasta aquí -final de la calle Barrau- hay que dar un rodeo enorme", explicaba Gema, dueña de una tienda de la zona. Rocío Osta, que trabaja en el edificio de Catalana Occidente es de la misma opinión: "Desde que las obras del Metro comenzaron, esta zona tiene un jaleo de coches enorme".

Únicamente falta por liberar la acera situada junto al Colegio Portacoeli, que se hará la semana próxima. Aún así, y en vista del caos diario que se crea en las horas puntas, casi nadie confía en que esta apertura al tráfico alivie demasiado la situación. "Yo creo que va a servir para bien poco", aseguraba Ignacio Iruín.

Al menos, el polvo y el ruido han cesado para algunos. Para otros, -los vecinos del principio de la calle- unas obras de Emasesa paralizadas por Medio Ambiente les siguen quitando el sueño.

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