La compañía Bastarda Española, liderada por Lola Marmolejo, inició su andadura a finales del pasado siglo con un monólogo titulado "Carmen Confía" que todavía está vivito y coleando. Aunque la obra que ha hecho popular a esta modesta compañía de teatro independiente ha sido "Estrella Sublime", una hilarante comedia que lleva nada más y nada menos que siete años en escena, todo un hito sin duda en la historia del teatro contemporáneo andaluz.
La idea inicial partió de un montaje de cabaret de Marga Martínez. Lola Marmolejo se unió a ella para abordar el personaje secundario y, con el olfato teatral que la caracteriza, decidió que merecía la pena intentar convertir ese breve montaje en una propuesta teatral. Y dicho y hecho. La obra se estrenó a principios del 2001 y, desde entonces, no ha dejado de representarse cada temporada en la sala de teatro que la vio nacer, la Sala Cero donde, tanto en el horario estelar como en la sesión golfa, la obra siempre ha conseguido completar el aforo.
Así, esta peculiar "estrella" del firmamento teatrero sevillano - Macu para los amigos- ha conseguido convocar cada año, con sus más de trescientas representaciones, a un público cada vez más heterogéneo entre el que podemos encontrar a familias enteras que se han dejado llevar por la sugestión del mecanismo de publicidad más antiguo y fiable: el "boca a boca".
Muchas son las razones que podrían explicar este apabullante éxito desde su formato -asequible a los bolsillos más modestos- al desenfado de su propuesta que, a pesar de su edad, nos sigue cogiendo desprevenidos. Aunque lo que destaca por encima de todo es la frescura y desparpajo del texto, así como la labor de interpretación con la que sus dos integrantes nos demuestran un auténtico dominio de las claves de la comedia. Y es que, tanto Lola Marmolejo como Charo Urbano, sustituta de Amparo Sánchez (que a su vez sustituyó a Marga Martínez) saben colmar de vida sus personajes, a pesar del estereotipo que los conforman, para provocar en el público un auténtico fenómeno de complicidad que se cuela entre las continuas carcajadas y los aplausos que, en más de una ocasión, el público no puede contener hasta el final.
