Ana Martín, en su casa de Arahal, feliz tras conocer la sentencia que le devolverá su dinero. Foto: María Montiel El Juzgado de Primera Instancia de Marchena ha condenado al Banco Santander a devolver 100.000 euros a una vecina de Arahal de 80 años y a su nieta por invertir en preferentes de SOS Cuétara «sin tener constancia del producto de alto riesgo que ambas estaban adquiriendo». Una batalla judicial ganada por la familia de Ana Martín tras luchar por recuperar su dinero. La alegría llegaba esta semana a su casa de Arahal, donde la angustia ha hecho mella tanto en Ana como en su marido, Antonio Rodríguez, durante estos últimos años. Toda la vida dedicada a trabajar en una pequeña tienda de la localidad y su marido en Alemania le llevaron a ahorrar un dinero que querían destinar a «la educación de nuestras nietas». Sin embargo, sin tener conocimiento, su dinero acabó en preferentes de SOS Cuétara. Fue en 2006 cuando comenzó el calvario de esta familia quien, tras mucho esfuerzo y trabajo, decidió «guardar nuestros ahorros en un plazo fijo». Lo que jamás imaginaba esta anciana de 80 años, ama de casa y sin conocimientos en productos financieros, y su nieta, de 18 años, es que años después «el dinero que creíamos en un plazo fijo había sido invertido en preferentes». Como un jarro de agua fría recibieron la noticia cuando, tras varios meses sin recibir los intereses del dinero en depósito, «desde el banco nos manifiestan que ni había intereses ni dinero que entregarnos». La relación de confianza entre la gestora de la oficina y la hija de Antonio y Ana, Paqui, los llevó a creer que «el producto era beneficioso», confiesa Paqui. La sorpresa llegó «al enterarnos de que ese dinero no lo podíamos sacar». Fue ella quien tramitó toda la documentación, aunque relata que se limitó «a coger los papeles que me ofrecieron en la gestora y llevarla a mi casa donde lo firmaron mi madre y mi hija. Nadie me advirtió de la posibilidad de perderlo, ya que de haberlo sabido me hubiera marchado inmediatamente de la entidad». De hecho, pensaban que su dinero estaba bien respaldado por el Santander. Pero «una vez que fuimos a intentar sacar algo, nos dijeron que no podían disponer de la cantidad invertida y que solo podíamos recuperar parte invirtiendo el mismo en Bolsa». Una gota que colmó el vaso de la desesperación cuando comprobaron que «ni aún así podíamos disponer de nuestro dinero». Así, decidieron denunciar los hechos para intentar rescatar «unos ahorros que creíamos totalmente perdidos». Pero las buenas noticias llegaban cuando recibieron la llamada de su abogado, anunciando que la lucha había llegado a su fin. La sentencia da la razón a Ana y su nieta, ya que «no hay en el procedimiento prueba alguna que evidencie que tuvieran un perfil inversor, sino que gozaban de un perfil conservador». Un alivio para quienes han vivido un auténtico calvario:«Nos ha destrozado moralmente. Han sido muchas noches sin dormir y muchas lágrimas derramadas por mis padres, enfermos ambos». Y aunque ha pasado lo peor, solo estarán tranquilos cuando «veamos los 100.000 euros otra vez».