Cultura

Bellas Artes: La cruz que (no) cambió un museo

El robo del crucifijo que portaba el 'Santo Domingo penitente' de Martínez Montañés sigue siendo un misterio y la Junta de Andalucía descarta ahora la seguridad privada.

el 11 oct 2009 / 17:12 h.

Imagen del 'Santo domingo penitente' de Montañés' sin la cruz, y en su estado anterior.

Hace más de seis meses, el 20 de febrero de 2009, saltaba a la luz una noticia tan extraña como desconcertante: un robo en el Museo de Bellas Artes . Pero lo que había desaparecido de la que se denomina segunda pinacoteca del país no había sido ni un Velázquez, ni un Murillo, ni tan siquiera alguno de los souvenirs de la tienda de recuerdos. Mucho más raro. Alguien había extraído la cruz que portaba la escultura Santo Domingo penitente de Martínez Montañés, un elemento sin aparente valor artístico, que la Consejería de Cultura tardó pocas semanas en sustituir.

No en vano, si por la Junta de Andalucía hubiese sido, aquel incidente se habría quedado en una simple anécdota. De hecho, desde el principio se trató en restar valor a la cruz sustraída y se abordó el asunto como un incidente menor del que casi no merecía la pena informar.

Sin embargo, el debate sobre la seguridad del Bellas Artes se abrió, y de qué manera. Salieron a la luz las múltiples deficiencias del museo: falta de personal, escasos y anticuados medios tecnológicos, poca organización entre los vigilantes a la hora de distribuirse por las salas, ausencia de los protocolos de seguridad habituales en cualquier museo de esta categoría... Una realidad que no tiene parangón en ningún otro museo ni de mediano prestigio ni de primer orden.

La Policía Nacional inició una investigación para tratar de esclarecer el hurto. La Consejería de Cultura, presionada por la opinión pública, se apresuró a renovar el sistema de videovigilancia de la pinacoteca -que no se cambiaba desde 1993-, colocó a un agente de vigilancia privada en la entrada del museo, habilitó taquillas en el edificio para evitar que los turistas accedieran con mochilas y objetos punzantes, y anunció que contrataría "en semanas" una empresa de seguridad para evitar que se repitieran sucesos similares.

A la hora de buscar una explicación al extraño suceso, fueron muchas las hipótesis barajadas, y muchas las especulaciones que circularon por los mentideros de la Delegación Provincial de Cultura. En primer lugar se pensó que la desaparición de la cruz pudo ser la gamberrada de algún escolar de visita en el centro. Otras explicaciones no fueron tan inocentes, y apuntaban a un acto premeditado por algún conocedor del funcionamiento del museo, interesado en llamar la atención sobre las deficiencias de seguridad en la pinacoteca. Ya han transcurrido más de seis meses desde el robo y ni la investigación policial ni la situación del Bellas Artes han variado sustancialmente.

De la cruz no hay noticias, ni se esperan. No se ha reforzado la plantilla, no se ha contratado -ni se va a contratar- una empresa de seguridad privada y si cualquiera visita el museo, podrá comprobar que la vigilancia en las salas llega en ocasiones a ser meramente testimonial. Este periódico se desplazó a la pinacoteca y pudo comprobar cómo la mayoría de las salas permanecen sin un vigilante, mientras que a éstos sí se les ve en grupo en la entrada del edificio charlando en algunos momentos, como ya ocurría antes del robo de la cruz.

"La seguridad se ha mejorado, pero aún hay necesidades por resolver", explica el representante sindical de UGT en la Delegación Provincial de Cultura, Antonio Fernández. A su juicio, una de las principales deficiencias no se ha resuelto: la escasez de vigilantes. "Hace falta más personal de presencia en sala, porque la plantilla la formamos 30 personas que tenemos que repartirnos en tres turnos. Al final, entre diez tenemos que distribuirnos las 14 salas permanentes y las temporales, sin tener en cuenta los descansos y las bajas por enfermedad, que siguen sin cubrirse".

En opinión de este trabajador, haría falta ampliar la plantilla con entre cinco y diez vigilantes, a fin de conseguir que haya uno por estancia. Pese a esto, UGT valora las mejoras. "Las cámaras ahora graban 24 horas al día en color y cuentan con capacidad de movimiento y zoom para poder vigilar todos los rincones", destaca.

No obstante, el refuerzo de la seguridad prometido por la consejería se ha quedado a medio camino. El pasado 23 de marzo, el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, anunciaba la contratación de una compañía de seguridad privada, un anhelo de la Consejería desde hace años que siempre se ha visto frenado por la presión ejercida por los sindicatos, que rechazaban la externalización de la seguridad y que, tras conocerse la noticia, empapelaron el Bellas Artes con octavillas contra esta "privatización".

La idea era que los empleados se dedicaran vigilar, mientras que la empresa se iba a encargar del acceso al edificio y velar por la integridad de las piezas.

Seis meses y la presión sindical han bastado para que Bernardo Bueno cambie de opinión. "Se han reforzado las medidas de seguridad, se han cambiado las cámaras, se ha dado orden a los vigilantes para que se distribuyan por todas las salas y se ha puesto un agente privado en la puerta", alega. A su juicio, eso ya es suficiente. Preguntado por la contratación de la empresa de seguridad anunciada por él, responde con una frase que podría contestar a la pregunta de ¿dónde está la cruz?: "De eso no hay nada, ni lo tenemos previsto".

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