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Belleza masculina

Mi sobrino me preguntó si llevaba en la maleta bandas de cera depilatoria. No las tenía pero sostuvimos una charla animada sobre los mejores métodos depilatorios para concluir que el peor era la cuchilla de afeitar. Tiene diecisiete años y desde hace dos se depila el cuerpo por completo.

el 16 sep 2009 / 07:26 h.

Mi sobrino me preguntó si llevaba en la maleta bandas de cera depilatoria. No las tenía pero sostuvimos una charla animada sobre los mejores métodos depilatorios para concluir que el peor era la cuchilla de afeitar. Tiene diecisiete años y desde hace dos se depila el cuerpo por completo. Cuando su padre le argumenta lo laborioso de esa moda, él responde: "Es el mercado, tío. Si no vas depilado no puedes estar en el mercado". La respuesta me pareció clarividente.

Desde hace algún tiempo me interrogo sobre este cambio esencial que se viene produciendo en la belleza masculina. Pregunté a los alumnos de mi instituto sobre el tiempo que empleaban en su cuidado personal y la conclusión fue definitiva: los chicos empleaban el doble de tiempo en arreglarse que las chicas. Además, me detallaron, las niñas no suelen acicalarse todos los días, sino los fines de semana o para alguna actividad especial, mientras los chicos se arreglaban todos los días para ir al instituto o salir simplemente a la puerta de la calle.

Por actividades, los chicos empleaban la mayor parte del tiempo en peinarse (toda una construcción arquitectónica) y elegir el conjunto de ropa y zapatos. La encuesta no tiene valor estadístico alguno, solo confirma una impresión personal de que se está gestando "un nuevo hombre" o, mejor dicho, un nuevo modelo de belleza masculina.

No creo, sin embargo, que los cambios estéticos sean neutros o vacíos de contenido. Pertenezco a una generación que rompió con la estética anterior de forma inmisericorde y que lo hizo con una tremenda carga ideológica e incluso política. Ya sé que los cambios actuales no son comparables y que esta nueva estética -a diferencia de la anterior- no ha surgido desde abajo para ser finalmente copiada y masificada por las grandes multinacionales, sino que "llueve desde arriba" pero, aún así, tiene que responder a nuevas demandas, inseguridades o aspiraciones para haber calado de esta forma tan silenciosa y masiva en el colectivo masculino.

Los mayores intentan defender su estética pilosa con el argumento de que las nuevas modas suponen la pérdida de la virilidad, de la masculinidad, como si estos atributos se situaran en la frondosidad del pelaje corporal. Bastaría solo con recordar las estatuas clásicas que marcaron el canon de belleza masculina sin un asomo de vello corporal.

Otros afirman que estas modas desvelan un hombre menos seguro de su identidad y mucho más preocupado por su imagen. Es posible. Lo único claro, por el momento, es que el mercado ha descubierto una nueva cantera de consumo, pero no somos las mujeres las que podamos lanzar la piedra de esta acusación. Además, el consumismo masculino ya existe en grado sumo, sólo que orientado a otros productos tecnológicos de costo -por cierto- muy superior a los cosméticos.

En cualquier caso, el hombre de pelo en pecho se encuentra en vías de desaparición, aunque muchos no lo sepan. Sólo cabe esperar que junto a la pilosidad corporal desaparezcan vellosidades del alma realmente antiestéticas como la alergia al trabajo doméstico, la ausencia en el cuidado de niños y de mayores, la sorda reticencia a igualdad real de las mujeres y la represión de la afectividad. Eso sí que sería un "hombre nuevo".

Concha Caballero es profesora de Literatura

www.ideasconchacaballero.blogspot.com

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