Con Please Give (Nicole Holofcenter) la Sección Oficial ha vuelto a sonreír y dar fe de que, temáticamente, esta Berlinale es una de las más familiares que se recuerda.
La realizadora de Sexo en Nueva York demostró ayer que si algo se sabe hacer bien en Hollywood (aparte de vender lo que sea) es contar historias y además lo hace con gracia. Holofcenter desarrolla con esmero una historia de personajes profundos y bien dibujados en cuyas vidas nos introducimos con curiosidad y, a la vez, delicadeza.
Cada personaje está fuertemente individualizado y debidamente dibujado en su complejidad: nos sumergimos así en la vida de una pareja acomodada que se gana la
vida comerciando con antigüedades. Un marido infiel, una esposa que sufre remordimientos de conciencia por "estafar" a ancianos
y una hija en la pubertad con problemas de autoestima. A esta normal (y a la vez peculiar) familia se añade una vecina vieja y cascarrabia que vive bajos los cuidados de sus bellas nietas.
El sensacional trabajo de los actores, en especial de Oliver Platt (2012), es la base de de Please Give. En definitiva, como señalaba tras la proyección Livia Ponzio, crítica y directora del festival italiano Io Isabella, se trata de "un drama cotidiano sin histrionismos y, sobre todo, bien contado".
Bal ha sido la otra película de competición que se presentó ayer en Berlín. Rodada por de Semih Kaplanoglu, Bal es la historia de un niño cuya poderosa imaginación le acarrea las risas y la marginación de sus compañeros. Una cierta dosis de fantasía ayuda a vehicular esta película turca que opta a ganar el Oso de Oro.
El lado mágico y terrorífico de Berlín
Aunque la Berlinale se suele distinguir por su marcado caracter político y su apuesta por el realismo y la denuncia social, este año se le ha hecho también un buen hueco al género fantástico y de terror.
La gran estrella ha sido, sin duda, Shutter Island (Martin Scorsese), con sus juegos psicológicos, sus difusos límites entre fantasía y ficción y el abundante empleo de elementos propios del cine de terror.
El legendario Zoo Palast (sobre cuya alfombra roja pasaron las mayores estrellas del cine clásico) fue el escenario de un espectáculo visual llamado True Legend (Yuen Woo Ping). En tres dimensiones y con impactantes imágenes de artes marciales, la película china está llamada a convertirse el nuevo Tigre y Dragón. Golem se ha apuntado un tanto comprando ya sus derechos de distribución en las salas de cine españolas.
En este sentido, otra película que ha causado una buena sensación ha sido la superproducción brasileña Besouro (João Daniel Tikhomiroff), una cinta llamada a convertirse en el Karate Kid del capoeira. Besouro (Escarabajo) cuenta la historia de un legendario luchador de los años 20 que, inspirado por los orishas (dioses de la mitología afrobrasileña), adquiere el poder de volar. Los dioses le conceden este don para luchar por los derechos del pueblo negro `brasileiro', que es tratado en regimen de semi-esclavitud.
Red Hill (Patrick Hughes) es un thriller con aires de western y de película de terror ambientado en los bellos parajes australiano. En ella se cuenta la historia de una especie de Freddy Krueger con sed de venganza al que una docena de hombres (sin piedad, claro está) no darán tregua hasta matarlo.
En una entrevista con el director, Hughes reconoce que quería crear "un monstruo en un sentido visual: cara desfigurada, escopeta recortada en mano, abrigo largo y sombrero de vaquero. Una imagen brutal para poder marcar el poder de la venganza".
The Ilusionist es, sin embargo, el título más mágico de esta Berlinale: una obra maestra de la animación creado por Sylvain Chomet , un genio de la animación francés que ha sido nominado ya en dos ocasiones por su particularísima manera de ver el cine de dibujos animados.