Cultura

Bernarda, reina de la bulería

La cantaora de Utrera falleció ayer en el municipio sevillano a los 82 años de edad

el 28 oct 2009 / 21:39 h.

Instalaciones de Herba en San Juan de Aznalfarache.

La localidad de Utrera se está quedando como un solar. Ayer murió la entrañable Bernarda Jiménez Peña, la reina de la bulería, del cuplé a compás y el sabor a vino viejo. Esperábamos el fatal desenlace, por sus años y delicada salud, pero la noticia nos ha cogido distraídos y ha sido un auténtico mazazo. Otra gran figura que se nos va a ese lugar donde la diferencia no la marcan los hombres, sino el frío mármol que los cubre. Como esto siga así habrá que plantearse muy seriamente irse pronto al lugar donde van los flamencos, donde ya están Mairena, Camarón, Valderrama, su hermana Fernanda, La Paquera, Gaspar, Chocolate y tantos genios que nos hicieron la vida agradable con sus cantes cargados de emoción. Y no sólo eso: con todos ellos vivimos momentos entrañables, unas veces como espectadores y otras como compañeros de viajes y juergas.

A Bernarda de Utrera tuvimos la oportunidad de verla cientos de veces en los escenarios, y también de vivir junto a ella y su hermana, la gran Fernanda, algunos momentos inolvidables. Por eso duele tanto esta muerte, la de una cantaora que nació con los dones de l a gracia, el compás y la emoción. Bernarda de Utrera se ha muerto, y nos parece mentira que esto haya pasado. Pero ha pasado. Menos mal que los flamencos no se mueren nunca del todo, como no se mueren los pintores y los poetas.

De hecho, ahora mismo la estoy escuchando cantar y juro que estoy escribiendo este artículo en un estado de emoción en el que el nudo en la garganta no deja pasar el aire. Si Bernarda no hubiera grabado discos y no hubiera ni un solo vídeo en el que pudiéramos verla cantar y bailar, esto sería muy duro y difícil de sobrellevar.


Bernarda Jiménez Peña, Bernarda de Utrera, recibió su primer beso de luz en esta localidad sevillana el 3 de marzo de 1927. Tenía 82 años. Era hija de José el de Aurora y la Chacha Inés, dos gitanos cabales, dos andaluces auténticos y humildes. Nieta de Pinini, cantaor no profesional pero fundamental en el mundo del cante gitano de Sevilla, desde muy niña vivió en su propia casa el ambiente flamenco y sabía cantar y bailar cuando apenas era capaz de hablar correctamente. En su casa no querían que fuera artista, pero había nacido con el don y acabó cantando y bailando en los tablaos y en los festivales de verano. Sin separarse nunca de su hermana Fernanda, la cantaora más jonda de la historia, que se nos fue en 2006.

Bernarda era capaz de cantar cualquier cosa, cualquier cante, pero fue genial en la bulería y por este palo era capaz de meter a compás los cuentos de Calleja. Se han dado casos parecidos, como el de Paco Toronjo en los fandangos de Huelva o el de Bambino en la rumba. Pero Bernarda era la bulería, algo que no podía separarse, una relación perfecta de convivencia artística, como el aire y el pájaro, como el pez y el mar.

Se ha ido porque tenía que irse, porque es ley de vida, pero se ha llevado con ella el orgullo de haber sido grande del cante y artista reconocida por todo el mundo. Entre sus premios más conocidos, el de Córdoba de 1957. Tenía 30 años y acababa de hacerse profesional. Fue nombrada Hija Predilecta de Utrera en 1994 y este mismo año recibió la Medalla de Plata de Andalucía. También era Hija Predilecta de Sevilla y recibió en 2005 la Medalla de las Bellas Artes.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, una cantaora tan auténtica, que cantaba con la misma facilidad con la que los rayos del sol atraviesan la espesa niebla de las mañanas de invierno en la Campiña.

¡Callarse por un momento! Ha muerto Bernarda de Utrera.

 

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