La bula de la coronación.
Se hace extraño besar la mano de la Esperanza en mangas de camisa en una capilla de los Marineros desde cuyas azoteas asoman, como en las justas medievales, banderolas de colores pontificios y otras verdes con el ancla impresa.
Lejos de su cita anual en los fríos de diciembre, la dolorosa de la calle Pureza ha bajado de nuevo al presbiterio de la capilla para extender su mano y sentir la cercanía de los suyos, esta vez en homenaje a la canonización de Juan Pablo II, el Papa que rubricó con el Sello del Pescador la bula pontificia de su coronación canónica.
Atavida con el manto de los dragones y con el clásico refregaó en su pecherín, la Esperanza de Triana recibe a los fieles hasta el próximo domingo en una capilla de puertas abiertas de par en par. Esta vez no hay tapices ocultando el altar principal desde el que la Esperanza escucha las oraciones de sus devotos durante el resto del año. Su lugar en el camarín, lo ocupa un cuadro del nuevo santo enmarcado en el antiguo Sol del paso del Decreto. Dos arcángeles sostienen a cada lado la Bandera Pontificia y el lábaro de la coronación, mientras que a los pies del altar figura la bula pontificia de la coronación, rematada por una antigua tiara del Caifás de San Gonzalo.
Un cuadro con la imagen de Karol Wojtyla preside el montaje del besamanos extraordinario de la Esperanza. / palas
Adornado con liliums y limoniums, este montaje está inspirado en el altar que se montó en el Campo de la Feria el 5 de noviembre de 1982 para la beatificación de Sor Ángela en la primera visita a Sevilla del Papa polaco.
