Salió de trabajar y se topó con "la sorpresa". "Me apetecía estar fresquita y descansar un poco. Vi la Catedral abierta y me metí, pues aquí se está bien. Me ha encantado la sorpresa". Mari Paz es de esas sevillanas que profesa cariño a la Virgen de los Reyes, aunque no suela acudir a sus besamanos. Eso sí, la Patrona de la Archidiócesis está muy presente en su vida. "Me casé aquí hace 27 años. Justo a esta hora pero en el mes de enero, con menos calor que ahora", confesaba desde el cancel de la Capilla Real sin dejar de contemplar la inconfundible silueta de la imagen fernandina.
Ella fue una de los miles de sevillanos -la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando calcula que serán 2.500 los que desfilen durante el fin de semana- que en la tarde de ayer se armaron de valor y se echaron a la calle para cumplir con el rito agosteño del besamanos. Pese a que el mercurio superaba los 40 grados y la ciudad fuera un desierto: sin apenas coches, sin gente paseando, sólo tomada por reducidos grupos de turistas que celebraban con aplausos el agua de los aspersores de las terrazas.
Quizás por ello, Mari Paz no salía de su asombro al admirar a la Patrona "tan cerca" y de vuelta a casa tras un año de exilio en la cercana Parroquia del Sagrario por obras en su morada. "¡Qué bonita está! ¡Qué bien ha quedado todo! Es una imagen maravillosa la que tengo delante", no dejaba de repetir esta vecina del Centro, que decidió sumarse a las oraciones que se encadenaban en la Capilla Real cada hora. "Me quedaré a darle gracias. Qué menos que rezar un rosario. La verdad, es que la vida me ha tratado muy bien. No me puedo quejar. Sigo casada, tengo tres hijos y el mismo trabajo que hace 27 años cuando di el sí quiero allí arriba en el altar. No sé si tendrá que ver con que me casé bajo su amparo".
Una misma protección que también llevó a la familia de Ana a meterse en carretera y venir a Sevilla desde Sanlúcar la Mayor. "Mi madre y mi hermana se llaman Reyes. En casa somos todos muy devotos de la Virgen, tanto que le he traído un ramo de flores para pedirle que todo venga bien", explicaba emocionada esta madre primeriza que espera a su retoño para el mes de octubre.
Las manos desgastadas de la Virgen iban recogiendo todas estas peticiones mientras Antonia, vocal de Caridad de la Asociación de Fieles, limpiaba con un pañuelo blanco los besos de una devoción que no entiende de vacaciones ni de edades, como quedó patente en la cantidad de jóvenes que se acercó hasta la seo. En este sentido, el presidente de la Asociación de Fieles, Antonio Ramos, destacó que se está impulsando la participación de los jóvenes en los cultos con la creación de un grupo joven en esta corporación con 1.600 hermanos censados.
Con la vuelta a la Capilla Real, Ramos se mostró "muy satisfecho" con los trabajos de restauración y agradeció las atenciones del párroco Adolfo Pérez durante el año de estancia en el Sagrario. "Allí hemos estado muy bien. Muchos han descubierto a la Virgen, pues es un templo de mucho paso, pero también hay que decir que su sitio es éste [por la Capilla Real]", aseguró mientras mostraba en su cámara digital las fotos realizadas de la imagen en la remozada estancia: "Mira el rosetón del suelo. La verdad es que la capilla ha quedado para otros 25 años más", vaticinó orgulloso Ramos.
Para quién ayer no pudo acercarse, este primer besamanos continuará esta mañana en horario de nueve a dos de la tarde. Para la ocasión, la imagen luce el manto verde de besamanos y la saya que reproduce el escudo del Cabildo Catedralicio, realizada por Mariano Martín Santonja y donada de forma anónima. Mañana comenzará la novena, que en su versión vespertina (20.30 h.) predicará el arzobispo Asenjo.