Dos días malos, dos ratos en los que dejó de ser el mejor equipo de la historia de Segunda para transformarse, degenerar más bien, en un conjunto cualquiera han bastado para que su récord de puntos, sus goles a favor, su buen juego y su ventaja al frente de la clasificación se le hayan ido al garete al Betis. Dos días malos, dos pésimos partidos frente al Villarreal B y el Granada, han bajado al Betis de Pepe Mel del cielo a la terrenalidad, del casi ascenso virtual al casi empate con el tercer clasificado. El líder de Segunda ya no está solo en la cima de la categoría y necesita reencontrarse a sí mismo para pensar que dentro de veinte jornadas habrá coronado con éxito esa durísima escalada que es el ascenso a Primera. El primer paso es este mediodía frente al equipo más antiguo de España, el Recreativo de Huelva.
El Betis, más que obligado, está obligadísimo a vencer al vecino. Hay tres razones fundamentales, a cual más lógica y evidente. Razón número uno: el Rayo Vallecano y el Celta han explotado casi a la perfección sus dos tropiezos consecutivos y ahora están igualados y a dos puntos, respectivamente, así que una tercera piedra en el camino equivale a la posibilidad de abandonar el liderato por primera vez en muchísimo tiempo y, a lo peor, salir de la zona de ascenso directo por segunda vez en toda la temporada. El golpe, ahora que recién comienza la segunda vuelta, sería difícil de asimilar para un grupo al que el viento ha soplado en todo momento a favor. Futbolísticamente hablando, claro; en todo lo demás no hay viento sino huracán y no es a favor sino todo lo contrario
Razón número dos: el Recreativo es uno de los adversarios más asequibles que puede deparar ahora mismo la división de plata. Mel no estará nada de acuerdo con esta afirmación, pero la prueba del algodón no engaña: el Decano es quinto por la cola, pelea por no descender a Segunda B, no ha ganado ni una vez fuera del Nuevo Colombino y, en definitiva, tiene la mitad de puntos que el Betis. Cualquier resultado que no sea una victoria verdiblanca traspasaría la categoría de sorpresiva. Pero claro, es el Betis y es el fútbol, un equipo y un deporte imprevisibles por naturaleza, así que...
Y razón número tres: el partido se juega en el Benito Villamarín. El campo no evita ni marca goles, pero algo debe de tener Heliópolis para que el Betis, otrora tan vulnerable e insolvente en su propia casa, haya ganado casi todos los puntos que ha dirimido allí. En concreto han sido 28 de 30 en la primera vuelta, que no está nada mal. Después de perder en el Miniestadi y Los Cármenes, nunca estará mejor dicho aquello de ‘como en casa, en ningún sitio'.
LISTA DE 19. Por estas razones y muchas más, el Betis de Mel necesita buscarse y encontrarse. El técnico lo sabe y por eso dirá adiós al extraño sistema que lo condujo a la debacle en Granada: los cuatro mediocentros son historia, toca regresar a los tres pivotes y recuperar los flancos. Iriney, Beñat y Salva Sevilla actuarán detrás de Jonathan Pereira, Rubén Castro y Jorge Molina. En retaguardia, quizás con Belenguer en lugar de Roversio, estará Isidoro, recuperado de su contractura, aunque Mel convocó ayer a diecinueve hombres por si acaso. Y a partir de ahí, a recobrar la velocidad en la circulación, la verticalidad, el peligro... y el gol. Es decir, las señas de identidad del Betis antes de que desaparecieran, no se sabe cómo ni por qué, después de la eliminatoria contra el Barcelona. Se busca al Betis líder, se traspasa al Betis que va camino de dejar de ser líder.
