Para que no te cuenten milongas y porque me gusta la economía me trago casi todo lo que pasa por delante para enterarme del parón económico. Economistas, premios Nobel, responsables financieros y bancarios, Krugman, Greenspan, Trichet, Stiglitz, de derecha, izquierda, vecinos, como dicen en el casino. Da igual: todos coinciden en el epicentro de la crisis y en los culpables: financieros y constructores alegres e irresponsables, todo agravado por el precio del crudo y de lo menos crudo, porque según Bush, -es verdad- en China e India les ha dado por comer pan y carne. Lo que no saben los sabios es cuánto va a durar esto y lo que sí saben, aunque no lo digan claramente, es quien lo va a pagar. A saber, los más primos, los paganini, los asalariados y asimilados. Entenderán que no me refiero a los primos de moda, es decir, a los de El Monte, o a los primos cojoneros de los políticos, ni a todos ellos que, entre sí, así se llaman siguiendo la tradición monárquica de tratar de primos a los que participan en el mismo club de la vidorra real.
Estos son primos de primavera, de julay, a los que el sermón de la Montaña se refería con eufemismos del mismo campo semántico: pobres de espíritu, llorones, mansos. De cada programa político se espera que sea cumplido, aunque la oposición espere lo contrario. La realidad es que no se cumplen ¿pero cuándo se van a cumplir las Bienaventuranzas? ¿Cuándo van los primos, llorones, mansos, tiesos de espíritu, a heredar la tierra, a ver el Reino de los Cielos? Un sabio trianero salmodiaba rítmicamente: "bienaventurados los tiesos porque pronto verán el más allá". Fino pronóstico.
Licenciado en Derecho y Antropología
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