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el 24 mar 2011 / 21:23 h.

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Ahora le ha dado a todo el mundo por la bicicleta. Hace bien la gente, porque contra esa corriente es inútil nadar: es el único vehículo particular al que le están poniendo cada día más carriles y más bonitos adjetivos. La salud, la administración pública y el sentido común coinciden en apoyarla, que ya es rara conjunción ésa, y encima las alternativas humeantes lo tienen cada vez más crudo, entre las prohibiciones de las calles y lo prohibitivo de los carburantes. Ir en bici es lo que hay que hacer: he ahí la idea embuchada ya en el inconsciente colectivo. Aceptado esto, la pregunta es: ¿se está usando como es debido? ¿Qué más se puede hacer con ella, por ella, sobre ella y demás preposiciones? La respuesta es larga, pero se resume en una palabra: Velocity.

Velocity 2011 es la cita en Sevilla de expertos bicicleteros de todo el mundo. Hasta aquí se han venido a debatir sobre el uso de la bicicleta y también a lucirse y a dejarse ver con sus productos, porque parte de los participantes son empresas. Son 47 stands en el Hotel Barceló Renacimiento. Uno de ellos, por ejemplo, es el de Josta, empresa de origen alemán que se dedica a la creación de sistemas de aparcamientos en las ciudades para bicicletas públicas y privadas. Lo tienen estudiado, la verdad: parkings a uno, a dos e incluso a tres niveles para ahorrar sitio. Peter Davenport, representante de Josta, explica que son "unos habitáculos a modo de taquillas". Dice él que en Europa se ven mucho.

¿Cómo conseguir una ciudad sostenible? Es la pregunta que el millar de congresistas congregados buscan responder. Algo ya tienen claro: que la bicicleta es el vehículo más apto para eso. De manera que el mundo de la tecnología se ha tirado de boca a inventar cosas para este medio de locomoción. Como la bicicleta eléctrica, que es otra de las curiosidades presentes en esta edición. Se trata de unas bicis que incorporan un pequeño aparato que se enchufa en los aparcamientos con placas solares. Sólo hacen falta dos horas de conexión al sistema para pedalear durante 100 kilómetros.

Y un cotilleo: No se ven, pero hay sensores repartidos por las ciudades que cuentan a los peatones y ciclistas. Si ve a alguien sonriente que pedalea, lo mismo no es sólo porque su salud se sienta agradecida y radiante.

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