Puede que Cirklas, el Museo del Circo, que por tercera temporada -cierra en verano- ha abierto sus puertas en Umbrete sea un lugar modesto. Es posible incluso que hasta la palabra museo, tan solemne ella, le quede un poco grande. Louvres, Prados y Bellas Artes aparte, este es un espacio en el que la expectación se mezcla con la alegría y la risa. Y no creemos que nadie se lo haya pasado bomba admirando Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya. Por eso y por otro buen puñado de razones -como lo pintoresco del lugar- Cirklas bien merece una visita.
"Llevamos 18 años trabajando para los niños", asegura su máxima responsable, Lola Barrera, presentando las principales credenciales de una vida -la suya y la de su familia- ligada a los más pequeños a través de la pionera compañía Imagínate y, ahora también de este contenedor que resume, actualiza y vivifica las constantes vitales del mundo del circo.
Hace unos años tomarle la tensión al género daba para poco alborozo. Parecía un enfermo en franca recaída, "la gente ya no se identifica con un espectáculo que parecía tener algo de caduco". Menos mal que, rápidamente, el Circo del Sol y otras tantas compañías más modestas comenzaron a limpiarle el polvo y a presentar esto como lo que es, "otra forma de cultura".
"En el siglo XXI el circo ha vuelto a sus orígenes, a ser un lugar interactivo donde cualquier cosa es posible y en el que los niños y los que no lo son tanto vienen con una expectación altísima de probar cosas nuevas", dice Lola Barrera al respecto del objeto de sus desvelos.
Porque en Cirklas hay no demasiado que mirar y mucho donde participar. "Lo que más espera un niño cuando viene es pasárselo bien y demostrarse a sí mismo que es capaz de hacer cosas que ni imaginaba", explica. Y aquí, en el escenario, a todo el mundo -pequeños, papás, maestros- se le da la oportunidad de probar su pericia con los malabares o hacer sus primeros pinitos en el alambre.
"Somos una sala de actividades, de espectáculos, antes que un lugar estático, el circo no podría entenderse si no hay acción", dice. Y vaya si la hay. Basta contemplar el aforo cualquier día de función para verificar que aquí el que no se lo pasa pipa es porque no quiere. Ojo, no hay fieras, ni falta que hace, porque en Cirklas como en tantas y tantas otras compañías actuales están convencidos de que los animales tienen su sitio en la selva, no en una jaula o cruzando un aro en llamas. "Poco a poco la gente va cambiando la mentalidad y demandando otro tipo de show". Porque el circo también evoluciona, "aunque la esencia permanece".
Rondan por estos 260 metros cuadrados trapecistas, payasos y buena parte de la prole que ha hecho de estos recintos un lugar parcialmente tocado por la magia. Una vez abierto el telón, todo puede suceder. "Pero lo mejor es comprobarlo". Y como los buenos tesoros, este está un poquito escondido, siga la pista de la A-49.
DE UTILIDAD
Qué: Cirklas, el Museo del Circo.
Dónde: Se encuentra en Umbrete, en la calle Dolores Ibárruri, 7.
Cuándo: El centro está orientado a la visita de grupos escolares. Pero si es particular también puede concertar una cita para acudir a través del e-mail cirklas@cirklas.com.
Para quienes: Fundamentalmente para niños entre 3 y 12 años (las funciones y presentaciones se adaptan según el rango de edad de los visitantes). Pero también hay padres y profesores que se lo pasan igualmente bien cuando acompañan a los peques.
Más información: En Cirklas podrá conocer la historia de un espectáculo que se remonta al legado cultural dejado por algunas de las civilizaciones más antiguas de la Humanidad, desde el Lejano Oriente (China, Mongolia, India) hasta Occidente (Grecia, Roma, Egipto). La parte didáctica se combina con la magia que siempre rodea al circo. Diversión, risas y conocimiento son los tres ingredientes -que aseguran estár presentes los responsables de Cirklas- y que hacen del lugar un sitio multimedia donde se combinan distintas disciplinas para hacer más amena la inmersión total en un universo donde todo es posible.
