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Bienvenidos a la plaza del Salón del siglo XVIII

La plaza ecijana del Salón se ha convertido, hasta esta noche, en un mercado barroco. 60 puestos han dibujado en la explanada -que ayer cumplió un año abierta al público- un pequeño dédalo de tiendas que rememoran el siglo XVIII, con trapisondistas vestidos de época y teatro y música en la calle.

el 15 sep 2009 / 19:29 h.

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La plaza ecijana del Salón se ha convertido, hasta esta noche, en un mercado barroco. 60 puestos han dibujado en la explanada -que ayer cumplió un año abierta al público- un pequeño dédalo de tiendas que rememoran el siglo XVIII, con trapisondistas vestidos de época y teatro y música en la calle.

Se trata de la actividad más esperada y con mayor éxito de público de las jornadas Écija, ciudad barroca, pensadas como una apuesta cultural para difundir el legado histórico del barroco local pero también para atraer visitantes a la ciudad con la excusa de dar a conocer el Siglo de Oro ecijano.

Los responsables de las jornadas, la concejalía de Ciudadanía y el Museo Histórico local, no han calculado el público que se espera se dé cita en Écija estos días, pero las expectativas son altas, teniendo en cuenta que el zoco se ha hecho coincidir con el puente de la Constitución.

Este año, el mercadillo tiene un valor añadido, al celebrarse en la recuperada plaza de España, el Salón, el corazón del casco histórico ecijano. La plaza mayor ofrece un espacio inmejorable para actividades como el mercado barroco, en el que por primera vez participan dos comercios ecijanos: El Hornito, que vende repostería, y La Era, que comercia con productos de forja.

Además, se ha batido la marca de 50 tiendas en el mercadillo, con la instalación de hasta 60 tenderetes. La mayoría, 44, son de productos artesanales de todo tipo. Otros 14 son de gastronomía.

Hechizos. Especial éxito está teniendo el puesto de Morgana, una hechicera que vende talismanes y figuras de hadas y dragones, cada una con un hechizo e instrucciones claras de cómo usarlo para alejar lo malo y atraer lo bueno. Aunque a los niños les atrae más el torno de alfarero, en el que aprenden cómo se fabrican los objetos de barro. También son los chiquillos los que mejor se lo pasan con el teatro callejero de la compañía Artágora Teatro y, los más pequeños, con un tiovivo a pedales instalado en este Salón del XVIII.

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