Que el calendario no les lleve a engaño. Aunque parece lejana esa primavera de 2015 en la que los sevillanos tendrán que acudir nuevamente a las urnas para decidir quién será su alcalde, la brújula que marca el nuevo curso político apunta a todo lo contrario. Sevilla, pese a padecer un verano con cierto letargo en lo institucional sálvese la firma de una Zona Franca sin fecha de desarrollo y un McDonalds en la Ciudad de la Imagen, está en campaña. No habrá atriles ni la tradicional caravana llena de banderas, eslogan y merchandising de los partidos.
Pasado el ecuador, toca patearse de nuevo la ciudad. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ha demostrado ser un maestro en esas lides. No en vano, estuvo cuatro años de campaña en los barrios de la capital, con una gran batería de promesas que, dos años después de ser elegido, le devuelve como un boomerang la oposición, que le recuerda sus incumplimientos. Zoido ha refrescado esa costumbre de darse una vuelta y dejarse ver por la ciudad. De hecho, lo hizo hace una semana en San Pablo, visitando unas pequeñas obras, y días después se fue de patrullero nocturno con la Policía Local a esa otra Sevilla: la de las Tres Mil, Torreblanca y otros lugares en los que una de las prioridades es combatir la inseguridad ciudadana.
Zoido sabe que toca reactivarse. Y lo ejecuta con su enésima negativa a dar el salto a la Junta de Andalucía y entrar en pugna con Susana Díaz. Un año después y tras las dudas de su cargo, parece que el Zoido alcalde le gana el pulso al Zoido parlamentario. Yo me debo a los sevillanos, dijo hace unos días. Autodescarte ratificado, si existía un atisbo de duda. No es de extrañar que, con el paso de los meses, su figura se vaya empequeñeciendo en el Parlamento de Andalucía para dejar hueco al que será el próximo candidato del PP a la Junta.
El líder del PP necesita, a falta de proyectos de empaque que luzcan su mandato, activar el modo campaña para amarrar su renovación en el sillón de Plaza Nueva. Colchón tiene la mayoría absoluta fue histórica, pero la confianza, en votos, se gana y se pierde con cierta facilidad. Pero, a diferencia de 2011, parece que tendrá en frente a un rival algo más hecho a la política municipal. Juan Espadas, tras aparecer en las quinielas perfil daba para ser consejero en el nuevo Gobierno de Susana Díaz, también ha renunciado a las aventuras de la Junta y se ha decantado por proseguir el camino iniciado en 2010. Aquella vez, además del desgaste que arrastraba el Gobierno de Alfredo Sánchez Monteseirín con 12 años de mandato, le pesó su falta de tablas en la realidad sevillana y, en definitiva, que los votantes no le conocían.
Tras medio mandato dando la cara como oposición, Espadas, con permiso de las primarias que deberán designar al candidato socialista a la capital, ya está curtido para, al menos, dar guerra. No lo oculta. Ya no estará en el Senado y, por tanto, tendrá los cinco sentidos puestos en su labor de oposición, donde realizará un marcaje férreo y diario a la acción política de Zoido. Y es que, tras un arranque algo aletargado, Espadas se ha mostrado en los últimos meses bastante más incisivo. Prueba de ello, los días previos al pasado Debate sobre el Estado de la Ciudad.
Pero no sólo está en elevar el tono de su discurso. Espadas, al igual que Zoido, también pondrá el cuentakilómetros a cero y empezará a recorrer palmo a palmo las calles de la ciudad para postularse como una alternativa de Gobierno creíble. Es lo que toca, patearse la calle.
Donde no se atisba aún movimientos es en IU. Su cabeza visible, Antonio Rodrigo Torrijos, ya ha entonado su adiós (al menos en la primera línea municipal) y toca buscar recambio. El relevo en las listas no se decidirá hasta dentro de unos meses, aunque el calendario se esbozará en el mes de septiembre. En el seno de la organización no salen nombres, pero tampoco ocultan que quien cumple mejor el perfil es el actual coordinador local de IU, José Manuel García.
