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Bioshock 2: terror, art decó y el paraíso perdido

el 10 feb 2010 / 20:24 h.

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Los ecos de la música tocada por la orquesta aún resuenan melancólicos por los decadentes rincones del utópico sueño de progreso que la naturaleza humana se empeñó en aniquilar en la hermosa Rapture. Diez años después de la cruenta guerra civil que lo destruyó todo, un nuevo gobierno, liderado por la Doctora Sophía Lamb, ha tomado el poder con el bien de la comunidad como meta. O eso dicen. La realidad es que ADAM, la adictiva sustancia alteradora genética, sigue siendo el plato principal de la dieta de los acólitos de Lamb, los splicers (antiguos ciudadanos) del primer Bioshock, que harán lo que sea para tenerlo.

 

En el juego el cambio de perspectiva es total ya que encarnamos al Sujeto Delta, un modelo primigenio de los Big Daddies que fueron la peor de nuestras pesadillas en Bioshock, con la diferencia de que pensamos por nosotros mismos y podemos usar, y mejorar, los poderes genéticos creados por el ADAM, los plásmidos.

Como cualquier Big Daddy, la sustancia será recolectada para nosotros por una inquietante Little Sister a la que deberemos proteger mientras lo hace de los muchos peligros en forma de splicers (en todas sus variantes), otros Big Daddies y las nuevas Big Sisters que sin duda se presentarán en ese delicado momento a fastidiarnos el día.
Bioshock sorprendió en su momento por la profundidad de la historia, el misterioso ambiente y su acercamiento diferente al mundo de los shooters en primera persona.

En esta segunda parte, 2K Marin ha optado por mantener la historia de fondo pero dotándola de un componente de mucha más acción pura, rompiendo el espíritu inigualable de la narración de aquel pero sin llegar a decepcionar. El apartado técnico es deslumbrante, con un despliegue gráfico de impresión, un diseño exquisito, unos efectos sorprendentes y una jugabilidad a prueba de bomba.

Tras el éxito de Bioshock, la mera idea de una secuela que estuviese a su nivel era poco menos que una locura, pero en el estudio parece que han logrado hacer una continuación que, incluyendo una serie de novedades (argumentales, de personajes, técnicas y de jugabilidad), convierte su propuesta en un serio candidato a repetir título de Mejor Juego del Año.

El tablero está dispuesto y esta vez la acción no te permitirá casi ni tomar el aliento necesario para sobrevivir en la asfixiante y desmesurada distopía en la que terminó convirtiéndose Rapture. Al menos esta vez tienes un enorme taladro y sabes cómo usarlo.

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