El ex primer ministro británico Tony Blair insistió ayer en que tomó la decisión correcta al autorizar la guerra de Irak para derrocar al presidente Sadam Husein, si bien las supuestas armas de destrucción masiva nunca fueron halladas.
Al prestar declaración en Londres ante la comisión que investiga la guerra de Irak (2003), Blair dijo que, tras los atentados del 11-S, él estimó que no podía asumir el riesgo de que Sadam pudiera reconstruir su programa de armas.
En última instancia, agregó el antiguo jefe del Gobierno, se trataba de hacer un juicio de valor y de tomar una decisión. "La decisión que yo tomé, y francamente tomaría otra vez, fue que si había alguna posibilidad de que él pudiera desarrollar armas de destrucción masiva, debíamos detenerle. Ése fue mi punto de vista entonces y es mi punto de vista ahora", insistió Blair.
Al presentar sus argumentos sobre las razones que le llevaron a apoyar la invasión iraquí, Blair afirmó que la mayor parte de la actual desestabilización en Oriente Próximo procede de Irán. Además, expresó su preocupación por los vínculos de países con regímenes totalitarios que tienen armas de destrucción masiva y los grupos terroristas, y citó como ejemplo Irán.
También puso como ejemplo la situación en Yemen, Afganistán y Somalia, y manifestó su temor por los "muy fuertes lazos" entre las organizaciones terroristas y los estados que les apoyan. "Hay estados, Irán en particular, que están vinculados con este punto de vista radical y equivocado del Islam", afirmó. "Los que hemos afrontado el terrorismo del IRA sabemos que tienen propósitos políticos, están dentro de una estructura que uno podría entender. Esto cambió completamente desde ese momento [por el 11-S], Irán, Libia, Corea del Norte o Irak. Había que terminar con todo esto", añadió.
Dijo que hay un peligro de que estados "altamente represivos" puedan construir "todo tipo de alianzas". Al ser preguntado por qué se había centrado en Irak y no Irán, Blair afirmó que se centró en Irak "porque había violado las resoluciones de las Naciones Unidas" y "había utilizado armas de destrucción masiva" en la guerra con Irán.
Entre otras cosas, el antiguo premier británico aseguró que no hubo ningún acuerdo "encubierto" con el ex presidente de EEUU entonces, George W. Bush, cuando ambos se entrevistaron en el rancho de éste en Texas en abril de 2002, 11 meses antes de la invasión de Irak.
El ex primer ministro británico también explicó que antes del 11-S él creía que Sadam Husein podía ser controlado con un "cálculo del riesgo", aunque este baremo varió con los ataques terroristas contra Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001. "El cálculo de riesgo cambió con los ataques en EEUU, en los que murieron más de 3.000 personas. Si esa gente, inspirada por fanatismos religiosos, hubiese podido matar a 30.000 lo habrían hecho, entonces llegué a la conclusión de que no se podían asumir riesgos", afirmó.
En su declaración, Blair aseguró que después del 11-S tanto Reino Unido como EEUU tenían tres posibilidades para afrontar al dictador iraquí: continuar con la política de sanciones, que Sadam Husein permitiera el ingreso de los inspectores de armas de destrucción masiva y, por último, la opción de sacar al dictador del poder. Por último, Blair reconoció a sus interrogadores que estas tres opciones las evaluó con sus principales asesores del Gobierno pero no con el conjunto de su gabinete.