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Cultura

Blanca Andreu: "La sociedad se equivoca idolatrando a los escritores"

La poeta regresa después de una década de silencio con 'Los archivos griegos'.

el 19 feb 2010 / 19:34 h.

Blanca Andreu (La Coruña, 1959) fue un verdadero fenómeno para la poesía española de los 80. Desde entonces, su vida y su obra tomaron caminos azarosos, que desembocaron en un prolongado silencio editorial. Ahora, la Fundación Lara publica, diez años después de su último libro, un nuevo poemario, Los archivos griegos, en los que la autora atlántica desvela una honda vocación mediterránea.

Se pregunta Blanca Andreu en uno de sus nuevos poemas “cuánta gente guarda una Grecia atesorada en su interior", y acaba aseverando que ella conserva su propia Grecia “fundida con la que aprendí/ contemplando sus olivares como mantos desde la altura". El país real, geográficamente localizable, y la Grecia ideal que perdura en el imaginario colectivo como cuna de la civilización mediterránea se entreveran en los versos de la escritora gallega.

“Los poemas están escritos después de conocer el país, pero en mis libros anteriores ya hablaba de Grecia, de algún modo siempre había estado allí y pensado en este lugar como nuestra raíz más luminosa", afirma. “Que ahora tengan problemas con la economía y la globalización es accesorio. Es un pueblo fuerte y saldrá adelante".

El mar también está muy presente en los versos de Blanca Andreu. “La tierra de mi alma es el mar", proclama en uno de ellos. “Mi relación con el mar es muy especial, suelo decir que es mi mezquita: cuando tengo alguna inquietud, me voy a la playa a meditar y se me quita todo. Reconozco en él la grandeza, la fuerza, ese poder que el hombre no puede manipular. Trato de no olvidar tampoco la asesina inocencia del mar de la que hablaba Cunqueiro, pero en todo caso se trata de una medicina psíquica muy fuerte", agrega.

El hecho de que no haya sacado nada nuevo desde La tierra más transparente (2001) lo explica Andreu porque “además de que siempre he publicado poco, uso mucho la papelera. Cuando era más jovencita usaba la poesía como un medicina catárquica, para desahogar dolores y convertirlos en algo hermoso. Luego mi visión de la poesía cambió. La resaca del premio Adonáis [que obtuvo por su conocido libro De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall] fue espantosa. Era un libro muy atormentado que hizo que me volvieran muchas cosas. Desde entonces trato de escribir cosas que no me dañen ni dañen al lector, sino que sean constructivas y luminosas", asegura la poeta, que fue esposa de Juan Benet –al que dedica un hermoso poema en este libro– hasta el fallecimiento del novelista en 1993.


No obstante, Andreu medita sobre la conveniencia de publicar o no una novela que tiene por título provisional Los peligros de la literatura y en la que describe el lado oscuro de la farándula literaria. “La sociedad se equivoca idolatrando a los escritores", afirma tajante.

“Cuando alguien tiene algún tipo de estatus, parece que puede hacer cualquier canallada, y la sociedad se lo traga. Pero he conocido cosas en este mundillo que podrían tener incluso consecuencias penales". También comenta la escritora que tiene acabado un libro de relatos del que adelanta el título: La costurera que perdió el  pulgar.

De los versos como posesión y compromiso

“La narrativa te cuenta cosas; la poesía te las tiene que dar. El poema es de quien lo lee y lo siente. Tengo poemas de Federico o de Shakespeare que me pertenecen, casi me molesta que los lea la gente que no me gusta", sentencia Blanca Andreu.

Pero este libro exhibe además una faceta suya menos divulgada, la de poeta no sólo esteticista, sino también comprometida. "Nunca había hecho poesía política hasta la guerra de Irak. Acababa de ser tía hacía muy poco, y me identifiqué de inmediato con todas aquellas madres jóvenes que en ese país estarían sufriendo ante la inminencia de los bombardeos".

Entonces escribió versos como "Respóndeme, por qué/ quieres desfigurar la faz del mundo?/ ¿Por qué quieres cortar/ las cabezas azules de mis templos?/ ¿Por qué quieres/ salpicar con mi sangre/ a tu pueblo inocente?/ ¿No sabes que si envías/ la muerte a visitarme/ volverá sobre ti?/ ¿Por qué quieres/ matar mi casa/ romper mi niño/ quemar mi perro?" 

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