Toros

Boicot a Pagés: los cabos sueltos

La incomparecencia de Morante ha abierto una inédita crisis taurina y económica.

el 21 feb 2015 / 12:00 h.

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Morante de la Puebla en la Maestranza, en 2010, una imagen que no se repetirá en 2015. / Eduardo Abad (Efe) Morante de la Puebla en la Maestranza, en 2010, una imagen que no se repetirá en 2015. / Eduardo Abad (Efe)

Ha sido la noticia taurina de la semana pero sus ecos desbordan ampliamente los estrechos márgenes del planeta de los toros e inundan la imagen de la propia ciudad, que ha visto empañar de nuevo su rica y antíquisima historia taurina y el prestigio de su buque insignia:la plaza de la Real Maestranza. Las ausencias de Perera y El Juli se habían asumido pero se contaba con Morante –el cigarrero había marcado un guión que la empresa se apresuró a seguir- para enmendar una traumática situación que parece enredarse en un bucle sin final–. Mientras, los Pagés se apresuran a recomponer los platos rotos con muy pocos mimbres para rehacer un cesto que hace aguas.

Ya sabemos que el diestro extremeño –gran triunfador de la temporada 2014– ni se sentó a hablar con los empresarios. El joven maestro madrileño, por su parte, no encajó que le dejaran de tercer o cuarto plato. Empezaban los problemas... Manzanares sí estaba apalabrado mucho antes del insólito anuncio de su contratación la madrugada de Nochebuena. Josemari nunca se sintió a su gusto dentro de aquella breve alianza de intereses que ya era historia esa tarde choquera en la que Talavante certificó su defunción a golpe de tweets. Pero el pretendido golpe de efecto buscado con el anuncio temprano de la vuelta al redil del alicantino, lejos de servir de llamada para el resto de la tropa rebelada, pudo empujar la primera ficha de un dominó al que se unieron otros acontecimientos. Talavante era a priori el escollo más leve pero su fichaje por parte del grupo de Bailleres, con o sin las siglas que ahora lo vinculan a Cutiño y Casas, suponían una duda inquietante que, desgraciadamente, se ha convertido en una certeza tan triste como irremediable. Su inesperada marcha atrás sólo era el inicio de la cuenta atrás para la definitiva espantada de Morante, que ha abierto la caja de los truenos.

Algo sí parece seguro: De una manera u otra, el boicot a la empresa Pagés permanece vigente. Más allá del desgaste irrevocable causado a Eduardo Canorea y Ramón Valencia supone el despeñamiento de una plaza y una afición a la que costará hacer volver a la taquilla. En las negociaciones, unos y otros repetían el mismo soniquete: ¿Habéis hablado con los demás? Parecía ser la consigna esgrimida para afrontar las frustradas conversaciones con la empresa Pagés. El resto ya es historia sabida que culmina con el rocambolesco mensaje de móvil remitido al alcalde de la ciudad que obligaba a Morante a emitir el escuetísimo comunicado en el que confirmaba que un año más faltaría a su cita con Sevilla. El desastre se había consumado mientras reverdecía el rumor que situaba al grupo de Bailleres en la trastienda del asalto.

La auténtica dimensión de ese presunto golpe mexicano sólo la conocen los interesados. Y los mismos protagonistas, de un lado u otro de la trinchera, no parecen dispuestos a dar más detalles de una hipotética operación que -siempre desde el terreno de la rumorología- habría escenificado su primer envite con la polémica ausencia del G-5 en una feria, la de 2014, que nadie quería volver a vivir. Pero los mismos fantasmas de entonces han vuelto a levantarse. Esta vez no ha habido comunicado conjunto. Tampoco sabemos si el plante obedece a una estrategia común. Sí parece seguro que la postura tomada por Perera obedece a un criterio estrictamente personal para marcar distancias con una empresa con la que nunca se ha llevado bien.

La relación de los Pagés con su casera, la Real Maestranza, se encontraría en el punto de mira. Unos y otros miran de reojo al famoso piso de plaza que, dicen, lastra los altos honorarios de las figuras y el beneficio de la empresa ante la caida del abono. ¿Es ese el resquicio que querrían aprovechar otros actores para romper una relación de más de 80 años? Llegados a este punto es obligado hacer muchas preguntas: ¿Es cierto que Manzanares ha recibido presiones para unirse al grupo de ausentes? ¿Es verdad que su apoderado, Antonio Matilla, fue el averiado catalizador del frustrado acercamiento de las figuras a los Pagés? ¿Sería correcta la versión que apunta al enfado de El Juli por el sorpresivo y temprano encaje de Manzanares? ¿Qué ha tenido que ver la decisión de Morante en la ausencia de Talavante? ¿Por qué aparece anunciado el diestro de La Puebla el 29 de abril en la feria de Monterrey –territorio de sus apoderados– al día siguiente de conocerse la noticia de su espantada? No todas tendrán respuesta.

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