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Boliden, la deuda pendiente 14 años después del desastre

La Junta cree que la "compensación económica" es lo único que queda sin resolver del vertido.

el 25 abr 2012 / 11:20 h.

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Fue de madrugada, hace 14 años. El 25 de abril de 1998 la balsa de
decantación de residuos de la mina de Aznalcóllar,
propiedad de la empresa sueca Boliden, se rompía. La rotura del muro de contención produjo el vertido de uno seis millones de metros cúbicos de aguas y lodos tóxicos en el entorno del Parque Natural de Doñana. Para la Junta de Andalucía, 14 años después la única tarea pendiente es recibir la compensación económica por la recuperación de la zona. Para los ecologistas, en cambio, queda aún mucho trabajo por realizar.

El desastre natural ocurrió tras la rotura y caída de más de cuarenta metros del muro de contención de una balsa de decantación, que se usaba para los residuos de piritas de esta explotación, propiedad de la empresa suecocanadiense Boliden Apirsa S.L. Esto produjo de forma inmediata el vertido al río Agrio y al Guadiamar de un volumen aproximado de dos mil millones de litros de lodos, con alto contenido en elementos metálicos procedentes del proceso de flotación de la pirita, y otros cuatro mil millones de aguas ácidas cargadas de metales pesados en disolución, afectando a un tramo de 62 kilómetros de longitud de la cuenca del río Guadiamar, con una anchura variable de entre 500 y 1.000 metros, desde Aznalcóllar hasta el tramo final de la marisma de Entremuros, en el límite con el Parque Nacional de Doñana, donde quedó retenido casi la totalidad del vertido por una serie de muros de contención construidos para evitar que se extendieran los lodos tóxicos.

Los efectos sobre la fauna y la flora del cauce fueron inmediatos, desapareciendo del mismo la flora, la fauna piscícola, cangrejos y anfibios, viéndose también afectadas varias colonias de aves. El desastre obligó a la regeneración de 4.600 hectáreas, con un coste para las administraciones de más de 200 millones de euros. Cinco años después, para paliar los efectos de la catástrofe, la Junta de Andalucía puso en marcha el Corredor Verde del Río Guadiamar. El objetivo del proyecto era recuperar la funcionalidad de este río como corredor natural entre Doñana y Sierra Morena, permitiendo rescatar el dominio público hidráulico y las zonas de inundación natural del Guadiamar.

Asimismo, el Gobierno central creo el plan de restauración hidrológica Doñana 2005, para mejorar el estado del Parque Nacional, aumentando el espacio protegido y recuperando parajes como las Lagunas de los Sotos o la finca Caracoles.

Para la Junta de Andalucía, 14 años después, la cuestión pendiente que les queda a los andaluces por el "desastre" es recibir la compensación económica por el "esfuerzo" que supusieron para las arcas públicas las tareas de recuperación y restauración de la cuenca del Guadiamar, que ascendieron a 89.867.546 euros.

De esta manera, el consejero de Medio Ambiente en funciones, José Juan Díaz Trillo, afirmó a Europa Press que "ya es hora de que nos veamos recompensados económicamente". Y es que el Tribunal Supremo ha rechazado en dos sentencias la reclamación de esta cuantía que la Junta planteaba a Boliden. Ayer, precisamente, se conoció otro fallo del Alto Tribunal en el que denegó una reclamación interpuesta por varios particulares contra la Junta, la Confederación Hidrográfica y Boliden por los daños.

Por su parte, el coordinador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Andalucía, Miguel Ferrer, que estaba al frente de la Estación Biológica de Doñana cuando se produjo la rotura de la balsa, manifestó a Europa Press que la actuación de las administraciones central y autonómica fue "crucial", pues desde el punto de vista práctico "la decisión, apenas unas horas después del accidente, de intentar limitar al máximo posible la extensión del vertido se convirtió en una recomendación universal y a día de hoy es aplicable a otros casos".

Sin embargo, para la organización ecologista WWF España aunque las actuaciones que se realizaron tras el desastre fueron "positivas" para el entorno, especialmente para Doñana, "casi tres lustros más tarde han demostrado ser insuficientes". Así, consideró "imprescindible poner en marcha nuevos proyectos de restauración que consoliden el futuro de Doñana, asegurando los aportes en cantidad y calidad de aguas a la marisma, teniendo en cuenta los nuevos escenarios que el cambio climático creará en el sur de la península".


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