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Borja-Villel en el Reina Sofía

Era de esperar. Para bien, no ha habido sorpresas y Manuel Borja-Villel, el que hasta ahora había sido máximo responsable del MACBA, será el nuevo director del Reina Sofía, el centro de arte contemporáneo más importante de nuestro país.

el 14 sep 2009 / 22:08 h.

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Era de esperar. Para bien, no ha habido sorpresas y Manuel Borja-Villel, el que hasta ahora había sido máximo responsable del MACBA, será el nuevo director del Reina Sofía, el centro de arte contemporáneo más importante de nuestro país. Las quinielas lo colocaban como el pretendiente con más posibilidades, pero una inoportuna filtración previa descubriendo su candidatura como la favorita, hacía presagiar malos augurios al romperse de manera zafia la confidencialidad del proceso. Menos mal que el Comité de Expertos responsable de la elección no ha tenido en cuenta la rumorología y se ha dejado guiar por el sentido común y la lógica, decantándose por un profesional de reputada trayectoria que, si no surgen inconvenientes, trazará un camino firme como ya hiciera en la Fundación Tàpies o en el propio MACBA, dos entidades que tomó en momentos difíciles y que supo reflotar con coherencia y criterio.

Aunque la idoneidad de Borja-Villel para el cargo era algo que ya se venía comentado desde tiempo atrás en el mundo del arte, y a lo mejor no hubiese sido necesario un proceso tan politizado para decidir algo tan evidente, es preferible este trámite consensuado antes que las designaciones arbitrarias precedentes. Tras varios años de imprecisiones y la inesperada dimisión de Ana Martínez de Aguilar -directora nombrada por la anterior ministra Carmen Calvo y que nunca acabó de convencer a nadie por su falta de experiencia al mando de una institución de tanta relevancia-, es positivo que por fin se comience a cimentar con pilares sólidos un centro que debe ser referencial no sólo en España, sino también en el panorama internacional. Esperemos que la contrastada capacidad de Borja-Villel, como bien ha demostrado en sus casi veinte años de profesión al mando de dos lugares emblemáticos, sea la piedra angular que necesita el MNCARS, un buque insignia que desde que abriera en 1992 sólo ha demostrado buenas intenciones y mejores posibilidades, pero que todavía no se ha consolidado como un museo vivo, activo y cercano.

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