La despedida de Arzu estuvo arropada por los tres pesos pesados de la actual directiva del Betis: el presidente, Miguel Guillén, Rafael Gordillo y el consejero José Antonio Bosch. El exvicepresidente, al que casi no se ve en público desde la última junta de accionistas, justificó su presencia en el acto con unas palabras cuyo objetivo era claro: enmarcar la aportación de Arzu al Betis y acabar de una vez por todas con esa leyenda urbana de los aficionados que hablaban del ‘comando cantera' y achacaban a los jugadores de la casa muchos de los males que han perseguido al club en estos últimos años. Bosch fue muy sincero: "El año pasado, en una temporada muy dura, la comunicación con los capitanes fue determinante para transmitir a la plantilla lo que ocurría en el club.
En esa transmisión, Arzu e Iñaki (Goitia) fueron piezas determinantes y tengo que expresar mi agradecimiento por contar con esa colaboración", dijo el administrador de las acciones de Farusa. La labor de Arzu durante todo el curso pasado siempre fue muy elogiada dentro de la entidad, sobre todo teniendo en cuenta lo poco que jugó: diecisiete partidos, apenas ocho como titular.